Oasis Europa

Oasis Europa

No quisiera que nuestro mundo se convirtiera en el de ayer. Stefan Zweig me viene a la memoria estos días. Casualidad o no, me acuerdo del escritor austríaco cuando del patio de luces me llega la melodía del Himno a la Alegría tocado por algún niño que se está iniciando en el piano. A mí también me suenan algo desafinadas las notas de la sinfonía de Beethoven que aprendí a tocar con la flauta. En nuestro día a día la Unión parece lejana, un ente burocrático cuya autoridad no terminamos de sentir como propia. Y, en cambio, dando un vistazo a la situación del mundo, la realidad arroja una verdad incuestionable: Europa es una anomalía, un oasis de paz entre los convulsos conflictos que nos rodean y, a pesar de los retrocesos en el Estado del bienestar que ha venido imponiendo el neoliberalismo en las últimas décadas, sigue resistiendo en su defensa de unos valores fundacionales que no surgieron de la nada. Si las naciones del Viejo Continente dejaron atrás sus diferencias históricas y odios atávicos no fue porque se vieran iluminadas por una súbita epifanía pacifista, sino que llegaron a la conclusión de que había que trabajar por la paz ante el horror que dejaron dos guerras mundiales disputadas en buena parte en su propio territorio.

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