El día que el mundo, incrédulo, intentaba digerir el segundo intento de asesinato en un mes contra Donald Trump, en Brasil nadie estaba pendiente del Servicio Secreto o del candidato republicano y expresidente de EE UU. El tema más comentado era sin duda el sillazo, el instante en que un candidato a la alcaldía de São Paulo atacaba con furia y una silla a un rival en pleno debate televisado. Pablo Marçal, de 37 años, discípulo del caos como estrategia que tan buenos resultados le da a Trump, acababa de llamar violador en directo a un oponente, José Luiz Datena, que respondió con el lanzamiento del asiento. Los comentaristas, la tuitosfera y la industria del meme salivaron durante días.
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