Los debates interesantes en torno a las armas nucleares no tienen que ver con hacerlas proliferar cada vez más, sino con cómo controlarlas y que no se nos vayan de las manos. Las armas de destrucción masiva pueden acabar con la civilización. Algo parecido pasa con el turismo: el debate interesante hoy en día no trata sobre cómo fomentarlo sin freno, sino sobre cómo hacerlo sostenible y controlado, que no carcoma los lugares donde se establece. El turismo de destrucción masiva puede acabar con las ciudades.
¿Para qué sirve una ciudad? ¡Para obtener rentabilidad!
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