Pensar a lo grande o por qué Europa igualará a Silicon Valley

Pensar a lo grande o por qué Europa igualará a Silicon Valley

Basta mirar las compañías más cotizadas y valoradas en bolsa para percatarse de que, salvo por honrosas excepciones, se cumple lo que ya aseguró en 2011 Marc Andreessen, un influyente capitalista de riesgo: el software se está comiendo el mundo.

Algunos datos que demuestran esto son que, de las 10 empresas más cotizadas en el mundo, siete son empresas que derivan su valor directa o indirectamente del software. En 2020, de las 100 principales empresas por valor en EE.UU., 39 eran empresas de software o basadas en software, frente a las 18 de 2010.

Pero mientras al otro lado del charco es así, en Europa sólo siete de las 100 principales empresas estaban relacionadas con el software, frente a cuatro diez años antes. “En Estados Unidos, entre las compañías con mayor capitalización, el sector de software y tecnología representa un 40% del valor total de mercado. En Europa el valor comparable es solo un 7%, es decir, el sector tiene un 5 veces menos peso”, detalla Alberto Torres, Senior Advisor en McKinsey.

10 años para cambiarlo

La importancia del mundo tecnológico en general y del software en particular es evidente y lo será de forma creciente en el futuro.

Tanto es así que hasta el Foro Económico Mundial calcula que el 70% del valor creado en la próxima década se basará en modelos de negocio de plataformas digitales, debido a la rápida digitalización de las economías de todo el mundo. La colaboración también puede generar valor: los estudios muestran que se espera que los «ecosistemas» digitales representen más del 30% de los ingresos empresariales mundiales en 2025».

Pero en este contexto la mayoría de las grandes compañías tecnológicas provienen de Estados Unidos y, en menor medida, Asia. Las Google, Microsoft, AWS, Apple, Oracle o Adobe apenas tienen homólogas europeas (SAP de Alemania, Dassault Systèmes en Francia o Amadeus en España).

“Siendo este uno de los sectores con mayor crecimiento y rentabilidad, esta situación representa un gran problema para el crecimiento de la economía y el crecimiento de empleos de alto valor en Europa y en España. Esto se ve claramente reflejado en los últimos informes sobre la competitividad de la UE y otros hechos por terceros”, ahonda Torres.

¿Puede la industria europea del software, especialmente el que se ofrece como servicio (SaaS), ser tan importante como la que es ahora la de Silicon Valley? Algunos rayos de esperanza hay, especialmente de startups como Typeform (un unicornio español), PayPal o Deepl. Aunque el ecosistema emprendedor europeo es cada vez más vibrante, muchas veces estas compañías acaban siendo adquiridas por otras norteamericanas, diluyendo esta relevancia.

Algo que muchos de estos CEO europeos, acompañados de otros miembros del ecosistema emprendedor, quieren cambiar de aquí a 10 años, cuando consideran que, si se hacen bien las cosas, las empresas SaaS europeas podrían llegar a valer tanto como las que nacen al calor de Silicon Valley.

Una red social de startups

Todos ellos forman parte de Boardwave, una especie de red social para fundadores y directores ejecutivos de software europeos que pretende crear una comunidad que comparta conocimientos y experiencia.

Recién aterrizada en nuestro país tras dos años de existencia, Phill Robinson, su fundador y CEO, explica a La Razón que quienes forman parte de esta red se asesoran mutuamente para crear en toda Europa las mismas condiciones de comunidad que existen tradicionalmente en Silicon Valley. “¿Cuándo fue la última vez que fuiste a un evento y no te intentaron vender nada?”, nos pregunta. “En los encuentros de Boardwave nadie intenta vender nada. Simplemente compartimos y nos ayudamos”, defiende. El acceso a este club se produce por recomendación de otros miembros, algunos de ellos de nuestro país.

En apenas 18 meses esta red acumulaba más de 1.300 directores ejecutivos y fundadores (un 70% en el Reino Unido y un 30% en la UE) de todas las fases de crecimiento. Boardwave asegura recibir financiación por un consorcio de más de 90 socios, entre los que se encuentran algunas de las mayores empresas de capital riesgo y de capital privado de la región.

Vientos a favor

Robinson está plenamente convencido de que este objetivo es realizable si se aprovechan los vientos que soplan a favor del ecosistema europeo.

Aunque es cierto que el Viejo Continente apenas acapara el 20% de la inversión (frente al 45% de Estados Unidos), la industria europea puede aprovecharse, entre otras cuestiones, de su talento y de la posibilidad de usarlo a un menor coste. “Un ingeniero en Europa puede cobrar unos 50.000 euros. En EE.UU. ese coste se dispara a los 200 o 300.000”, pone como ejemplo.

La IA también puede ayudar a que estos emprendedores puedan realizar sus trabajos de manera más rápida, según su análisis.

Para los miembros de esta red social, una de las claves del éxito de Silicon Valley es, precisamente, la pertenencia a este tipo de comunidades. “En Estados Unidos, las redes de apoyo y las comunidades empresariales permiten a los fundadores acceder a conocimientos, mentoría y oportunidades de crecimiento únicas. Boardwave está replicando este modelo en Europa, con programas como los *Breakout Groups* para fundadores y CEOs”, detalla Sarah Harmon, ex CEO de Sngular, quien detalla que ha tenido “el privilegio de liderar uno de estos grupos, y puedo dar fe del valor tangible que estas sesiones aportan, no solo en la construcción de comunidad, sino en la resolución colaborativa de problemas críticos”.

Harmon y Robinson coinciden en que, más allá de la fragmentación idiomática, el principal reto al que se enfrenta Europa y su ecosistema emprendedor es “de cohesión, tanto cultural como económica y regulatoria. La fragmentación de los mercados europeos sigue siendo una barrera importante, especialmente para las startups que intentan escalar a través de las fronteras. A pesar de los avances, las diferencias en legislación laboral, fiscalidad y normativas locales complican la expansión y hacen que competir con Silicon Valley sea un desafío mayor”.

Un retiro muy activo

Phil Robinson, inglés de nacimiento, ha tenido cargos de responsabilidad en muchas de las grandes compañías de software: Oracle, Sybase, Siebel o Salesforce (donde fue el jefe mundial de marketing y parte del equipo fundador). Tras esa etapa, decidió volver a Europa y trabajar en firmas de inversión hasta que se convirtió en el CEO de Exact Software hasta que salió en 2020. Pero su retiro de la primera línea y su intención de ayudar al ecosistema europeo se acabó convirtiendo en un trabajo a tiempo completo en Broadware.

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