¿Por qué algunas personas no presentan síntomas al Alzheimer?

¿Por qué algunas personas no presentan síntomas al Alzheimer?

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta al cerebro y es la causa más común de demencia en personas mayores. Se caracteriza por el deterioro de la memoria, el pensamiento y el comportamiento, lo que interfiere significativamente con la capacidad de la persona para llevar a cabo sus actividades diarias. A medida que la enfermedad avanza, las personas pueden perder la capacidad de responder a su entorno o llevar a cabo conversaciones. Los síntomas suelen comenzar de manera leve y empeorar gradualmente con el tiempo.

Un reciente estudio científico realizado por investigadores de los Países Bajos y publicado en la revista especializada Acta Neuropathologica Communications ha descubierto que un subgrupo de personas presenta signos claros de progresión del Alzheimer en su tejido cerebral, pero sorprendentemente, no desarrolla los síntomas típicos de la enfermedad a lo largo de su vida. Este hallazgo plantea importantes preguntas sobre los mecanismos de la enfermedad y su impacto en diferentes individuos.

El estudio

Los autores del estudio examinaron muestras del Banco Cerebral de los Países Bajos, que alberga tejido cerebral de más de 5.000 donantes fallecidos. Este banco contiene una amplia variedad de donantes y etiqueta las muestras con diagnósticos neuropatológicos muy precisos. Además, conserva registros detallados sobre la progresión de la enfermedad y la historia médica de cada donante. Estas muestras proporcionan una valiosa fuente de información para los investigadores, permitiéndoles estudiar las diferencias entre individuos que desarrollaron síntomas de Alzheimer y aquellos que no.

Así, identificaron un subgrupo de 12 pacientes cuyos tejidos cerebrales presentaban las características típicas del Alzheimer, como placas amiloides y ovillos neurofibrilares, pero que no desarrollaron los síntomas habituales durante sus vidas. A este grupo lo denominaron “grupo resiliente” y procedieron a examinar otras características específicas presentes en sus tejidos cerebrales. La identificación de este grupo plantea preguntas importantes sobre por qué algunos cerebros pueden resistir el impacto de estas características patológicas.

El estudio reveló hallazgos interesantes. Por ejemplo, se observó que en el tejido cerebral de este grupo, un tipo de neuronas llamadas astrocitos, que actúan como “limpiadores” de los desechos cerebrales, producían más de lo habitual de un antioxidante llamado metalotioneína. Este antioxidante ayuda a proteger las células del daño oxidativo, que es una característica común en la progresión del Alzheimer. Además, mientras que en la mayoría de las personas estas células pueden aumentar la inflamación al interactuar con las microglías, un tipo de célula inmune especializada del cerebro, en el grupo resiliente estas vías inflamatorias eran menos activas.

Esta menor actividad inflamatoria podría ser una de las claves para entender por qué estas personas no desarrollaron síntomas a pesar de tener los mismos marcadores cerebrales que aquellos con Alzheimer sintomático. La inflamación crónica es conocida por desempeñar un papel en muchas enfermedades neurodegenerativas, incluido el Alzheimer. Al reducir la inflamación, el cerebro puede estar mejor equipado para manejar las placas y ovillos sin deteriorarse funcionalmente.

Por último, los pacientes con Alzheimer generalmente muestran una deficiencia en la respuesta celular del cerebro destinada a eliminar las proteínas defectuosas características de la enfermedad. Sin embargo, en el grupo resiliente, esta respuesta funcionaba de manera relativamente normal. Esto sugiere que la capacidad de estas células para mantener su función de “limpieza” podría ser crucial para prevenir la aparición de síntomas.

Estos hallazgos abren nuevas vías para la investigación en la prevención y el tratamiento del Alzheimer. Si se pueden identificar los factores que contribuyen a esta resiliencia, como la producción de antioxidantes y la regulación de la inflamación, podría ser posible desarrollar terapias que imiten estos procesos naturales. Esto ofrecería una esperanza para las personas en riesgo de desarrollar Alzheimer, mejorando su calidad de vida y reduciendo la carga de esta devastadora enfermedad.