¿Por qué allí SÍ, y aquí NO?

¿Por qué allí SÍ, y aquí NO?

Vox utilizó en esta campaña de las elecciones europeas, como uno de sus grandes lemas, la idea de que PSOE y PP votan casi el 90 por ciento de las veces juntos en el Parlamento Europeo. Y así es. Mientras que aquí en casa hay ya varias generaciones por debajo de los 30 que, posiblemente, si se les pregunte por los grandes acuerdos de Estado, solo puedan citar el constitucional, en la Unión Europea los dos grandes partidos sí han sabido colaborar activamente en beneficio del interés de todos los españoles: la gran coalición, con conservadores y socialdemócratas, y como muleta accesoria, los liberales. Y el sitio en el que se encuentran es justo el centro, por paradójico que nos resulte.

Cuando han intentado llevar a la Eurocámara la bronca española, con cuestiones que aquí están utilizando para la confrontación más ideológica, la respuesta que han recibido ha sido el vacío. Además, la mayoría de los representantes de otros partidos han obviado la sesión parlamentaria, y el resultado ha sido un Plenario prácticamente vacío y con dos españoles «pegándose» en unos términos y con unas formas que no son comprensibles en la atmósfera europea. El comportamiento responsable en Europa no es consecuencia de que, una vez que traspasan la frontera, sufren una revelación mística que les hace volver a las esencias sobre las que creció nuestra democracia, sino porque saben que allí no les trae a cuenta romper el obligado respeto institucional frente a los extremismos, sean de derechas o de izquierda.

Y es una pena que hoy, al despertar de la última burbuja mitinera en la que hemos vivido desde que se convocaron las elecciones gallegas, el dinosaurio, efectivamente, siga estando aquí. Da igual a quien le ha ido mejor, y, si me apuran, casi hasta da igual lo que suceda finalmente en Cataluña, si hay repetición electoral o un Gobierno de Salvador Illa, porque lo relevante es que el proceso sistémico de corrosión institucional continúa avanzando, y cada vez tiene más difícil retorno en tanto haya algún extremo del que dependa la cuerda de la gobernabilidad. Creo que hemos dejado que nos creen un marco político en el que hoy no hay ningún aspirante a presidente del Gobierno que pueda conseguir serlo sin que en la ecuación entren los nacionalistas vascos y una parte, al menos, del independentismo catalán. Y esto deja esa centralidad que PSOE y PP exhiben en Europa, y esa responsabilidad institucional, a la altura del semisótano. Pero, ¿tienen la culpa ellos o los que decidimos cómo deben ser los que nos gobiernan?