Por qué la psicología del rendimiento deportivo sigue siendo marginal o mal aplicada entre los deportistas españoles

Por qué la psicología del rendimiento deportivo sigue siendo marginal o mal aplicada entre los deportistas españoles

La presión en unos Juegos Olímpicos es brutal, asfixiante. Lo dicen los deportistas. Y sus declaraciones pueden llegar a ser un reflejo de su estado mental. El escalador Alberto Ginés declarando que no quiere ni ver el bloque, lo que es parecido a imaginar a un futbolista diciendo que no va a volver a defender. O la leyenda del waterpolo Felipe Perrone señalando que no es justo competir sintiendo casi la obligación de obtener una medalla, como si fuese así de sencillo. Es, también, una presión que parece cada vez más severa aunque ya en los Juegos de Barcelona 92 varios deportistas españoles recordaron que el ambiente opresivo apenas les dejaba margen para competir con naturalidad: el ciclista Álvaro González de Galdeano estalló en un llanto descontrolado nada más finalizar los 100 kilómetros contrarreloj por equipos. No lloraba por haber finalizado bien cerca del bronce, sino como una manera de deshacerse de la presión que le angustiaba.

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