¿Por qué tenemos que pagarle las vacaciones a Sánchez?

¿Por qué tenemos que pagarle las vacaciones a Sánchez?

Nunca he entendido por qué el presidente del Gobierno tiene que disponer de los bienes públicos para su uso particular. Es algo que me parece excéntrico. No es algo que haya inaugurado Sánchez, aunque ha superado con creces a sus antecesores. Es bueno recordar que no es el jefe del Estado, ya que sus pelotas tienen por costumbre compararlo con lo que sucede con los presidentes de Estados Unidos o Francia. En primer lugar, vive en un palacio a todo tren. Cuenta con personal a su servicio como camareros, cocineros…. No está nada mal. Es cierto que muchos primeros ministros o presidentes del Gobierno tienen una residencia oficial que es su lugar de trabajo como sucede con el Palacio de La Moncloa. En cambio, no tienen a su disposición, para uso privado, una villa palacio como las Marismillas en Doñana con un terreno de 11.000 hectáreas. Hay pocos nobles o incluso reyes en el mundo que dispongan de una finca de estas dimensiones. Fue propiedad de los duques de Medina Sidonia y el duque de Tarifa la acondicionó según el estilo colonial inglés. La residencia cuenta con quince dormitorios.

El resto de primeros ministros no tienen una residencia para sus vacaciones como La Mareta en Lanzarote que ocupa 15.500 metros cuadrados. El complejo está formado por diez bungalow y cuenta con dos piscinas. No sé si una está vacía por si alguien no sabe nadar. Fue un regalo del rey Hussein de Jordania a Don Juan Carlos en 1980 que decidió cederlo al Patrimonio Nacional. No creo que pudiera imaginar que se convertiría en una sinecura presidencial. Sánchez también puede optar por alejarse de la playa y tiene a su disposición la finca del Coto Nacional de Quintos de Mora que ocupa una superficie de 6.864 hectáreas en el término municipal de Los Yébenes (Toledo). Cuenta con una vivienda para su descanso vacacional. Por supuesto, para desplazarse no necesita ir en su coche particular, desconozco si lo tiene, ya que dispone de los aviones, los helicópteros y los coches de alta gama que están a su total e ilimitada disposición. Es bueno recordar la «doctrina» Marlaska por la que Sánchez es presidente las 24 horas del día desde que fue elegido. Es cierto que no se aplica en otras democracias y los elevados dispendios de ese tren de vida no serían bien vistos.

No creo que el líder del PSOE necesite mayor seguridad que otros jefes de Gobierno, que es la excusa habitual para justificar el uso de La Mareta, Doñana o Quintos de Mora. En cualquier caso, podemos sentirnos gratificados que no prefiera que le compremos un castillo en el Loire o una isla en Grecia. Los hagiógrafos del sanchismo llegan al ridículo extremo cuando justifican estos dispendios porque se sacrifica no pudiendo ir de vacaciones a los lugares que iba cuando solo será secretario general o un ciudadano corriente. No he estado nunca en ninguno de esos tres palacios o villas, pero estoy convencido que casi todos los españoles estaríamos dispuestos a sacrificarnos en su lugar. Eso de hacer colas para llegar a una playa o vivir en pequeños chalets o apartamentos es menos gratificante, me imagino, que bañarte en tu playa privada. Estoy seguro de que los amigos de la familia acudirán felices a La Mareta para que no se sientan solos. Le puedo asegurar que las amigas y los amigos de mis hijas lo hacían cuando veraneábamos en Menorca y eso que era una casa modesta.

La parte del salario en especie de Sánchez es realmente espectacular, aunque no imagino a la solícita vicepresidenta Montero exigiendo que tuviera que tributar. Por cierto, es lo que sucede en algunas democracias con la vivienda que usan los presidentes del Gobierno, aunque en las nórdicas no abandonan sus pisos particulares. El primer ministro británico, Keir Starmer, tenía previsto pasar las vacaciones de verano viajando por la Europa continental, pero las anuló por los disturbios en su país. Creo recordar que el Reino Unido no tiene palacios o residencias en esas naciones al servicio de su primer ministro. Es posible que Sánchez, como líder del socialismo mundial, sea más importante y necesite mayor seguridad que un modesto primer ministro británico. Todos recordamos las vacaciones de Angela Merkel que se las pagaba de su bolsillo. Es cierto que Alemania es un país menos importante que el nuestro como todo el mundo sabe.

Con una cierta ingenuidad algunos analistas, políticos o personas sin responsabilidades públicas piensan que Sánchez abandonará el poder para irse a algún cargo internacional, aunque no hay ninguno disponible y tampoco cuenta, ni fuera ni dentro de nuestras fronteras, con el prestigio suficiente. Los problemas judiciales de su familia y su seguidismo con la izquierda populista iberoamericana no le favorecen. En cualquier caso, me gustaría que alguien tuviera la lucidez de aclararme si existe en el mundo un cargo oficial que le permita disponer de gastos ilimitados y sin control, vivir en un palacio con unos jardines espléndidos, contar con mansiones para sus vacaciones y fines de semana y disponer, finalmente, de una flota de coches, aviones y helicópteros. No los hay. Ese ritmo de vida en una democracia lo encontramos en el presidente de Estados Unidos, aunque con mayores controles que Sánchez; Carlos III del Reino Unido, que es fabulosamente rico, y los multimillonarios por encima de los mil millones, por no decir de diez mil millones. Es posible que me olvide de alguien, pero no pretendo llegar a ese extremo de minuciosidad y espero que si alguno de mis lectores está en esa selecta lista no se sienta ofendido. Por supuesto, estaré dispuesto a incluirlo en un próximo artículo. Espero que algún día se acabe con esta anomalía presidencial y exista un buen gobierno de los recursos públicos, porque son de todos y los presidentes tienen que ser ejemplares.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UINE).

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