“Presunto inocente”: Jake Gyllenhaal revive el thriller más noventero junto a un “dream team”

“Presunto inocente”: Jake Gyllenhaal revive el thriller más noventero junto a un “dream team”

Estamos a mediados de los noventa y el cine más adulto cabalga, a lomos de cocaína, infidelidades y especulación inmobiliaria, hacia una especie de microclima propicio para el “thriller”. Desde el prisma sexy, como Sharon Stone abriéndose de piernas en “Instinto básico”; desde el enfoque de lo psicológico, como Martin Scorsese en “El cabo del miedo”; y también desde lo contestatario y lo político, como un todavía joven David Fincher en “El juego” (“The Game”). El objetivo, parece, es desestabilizar a unos espectadores felices que creen, ingenuos todavía, que sus democracia son férreas y sus recursos naturales ilimitados. Y es precisamente ahí donde vio la luz una película como “Presunto inocente”, acaso cóctel perfecto de la década: Harrison Ford (quién si no) es un abogado que, ante la muerte de una de sus compañeras (con la que tuvo una aventura en el pasado) resulta señalado como el principal sospechoso. El cazador, cazado, y la tensión sexual y criminal en todo lo alto.

Más de tres décadas después, ahora con los ojos azules de Jake Gyllenhaal (“Brokeback Mountain) y la dicción perfecta de Peter Sarsgaard (“El precio de la verdad”) como protagonistas, AppleTV+ recupera la novela original de Scott Turow para adaptarla, actualizarla y, de paso, desvestirla de hombreras y teléfonos móviles de más de tres kilos. “Presunto inocente”, que se estrena esta semana en la plataforma de la manzana, no solo es la reunión fílmica de dos de los pesos pesados del Hollywood actual (que además son cuñados en la vida real, ya que Sarsgaard está casado desde 2009 con Maggie Gyllenhaal), sino que también marca el regreso a la ficción de David E. Kelley, creador de “Big Little Lies”, asociándose en esta ocasión con J.J. Abrams, al que recordarán por maravillarnos como productor en “Perdidos” y decepcionarnos como director en la última trilogía de “Star Wars”.

Peter Sarsgaard: fiscal, sabueso y cuñado

“En los noventa nadie pudo escapar de la novela, pero por alguna razón no la leí. Sí vi la película de Harrison Ford en el cine, cuando se estrenó, pero me quise separar de ella para este proyecto. Íbamos a ir en una dirección completamente distinta. De hecho, recuerdo que había muchos chistes sobre la altura de mi personaje… y yo no soy para nada bajito”, bromea Sarsgaard, que atiende a LA RAZÓN por videoconferencia y responde sobre el tono más adulto, casi crudo por momentos, que adquiere la nueva serie como valor diferencial: “No veo la suficiente televisión para tener una opinión realmente válida, pero sí era lo que perseguíamos, ese tono adulto. Como actor, como trabajador, las ofertas siguen yendo en esa dirección, no he notado una especial infantilización de las producciones”, apunta.

 

Sarsgaard, que aquí encarna al fiscal encargado de investigar a su propio compañero de despachos en Chicago, se vuelve perro de presa en el estrado, fajador incansable a medio camino entre la búsqueda de la verdad y la búsqueda de los objetivos políticos de su jefe, máximo candidato a heredar el puesto que la acusación al protagonista deja en el aire: “David E. Kelley, además de ser un gran tipo, ha entendido mejor que nadie que los abogados, los fiscales y los jueces son, al final, contadores de historias. Tejedores de relatos que buscan siempre la plausibilidad de lo que están contando. David, como un buen abogado, es capaz de saber qué historia tiene más sentido en tu cabeza y entregártela, solo para presentar elementos, semana a semana, que la van desmontando, generándote dudas. Esta es una serie que se va a aprovechar mucho de la emisión semana a semana, porque quiere que la debatas, que dudes de los hechos que se te están presentando. Mi personaje es como un sabueso. Tengo un perro que apenas usa la vista, se guía todo el rato por el olfato porque es de una raza pensada para cazar. Eso es mi personaje, a veces tan obsesionado con la presa que es como si tuviera delante una persiana que le impide ver. En el fondo, está más obsesionado con la verdad que con cualquier otra cosa, pero a veces le ciega esa misma búsqueda de justicia”, añade el actor.

[[QUOTE:PULL|||”David E. Kelley, además de ser un gran tipo, ha entendido mejor que nadie que los abogados, los fiscales y los jueces son, al final, contadores de historias”.|||Peter Sarsgaard, “Presunto inocente”]]

Con un reparto estelar, que completan Ruth Negga (“Loving”), O-T Fagbenle (“El cuento de la criada”) y el debut estadounidense de Renate Reinsve (“La peor persona del mundo”), la nueva adaptación de “Presunto inocente” es una especie de regreso al drama jurídico canónico, ese mismo que parecía agotado ya por “Better Call Saul” pero que aquí se vuelca hacia lo melodramático (heredando de su versión cinematográfica la sensualidad) como casi todos los trabajos de Kelley. “Es curioso, porque estuvimos trabajando con la fiscalía de Chicago, para darle realismo, y descubrimos cosas increíbles, como que los fiscales pueden levantarse y sentarse cuando quieran y las defensas, por ejemplo, solo pueden hacerlo una vez. Eso tiene un peso dramático sumamente grave cuando estás intentando convencer a un jurado de algo, y por supuesto que lo hemos aprovechado en la serie”, aclara Sarsgaard, antes de arrojar luz sobre cómo ha sido cantarle las cuarenta a su cuñado, aunque sea en la ficción: “Es la persona menos violenta y menos capaz de hacerle daño a alguien que conozco. Nunca le he visto pelearse con nadie. Y, más allá de Kelley y Abrams, él fue la razón por la que dije que sí. No solo es familia, es un actor al que respeto mucho. Cuando trabaja conmigo, cuando hace comedia, cuando canta en Broadway o cuando hace una película partiéndole la cara a la gente. Dejémoslo en que solo nos enfadamos delante de las cámaras”, explica entre carcajadas el nominado al Emmy.