Putin y las dos Alemanias

Putin y las dos Alemanias

Seamos sinceros. 33 años después de la reunificación, sigue habiendo dos Alemanias. Y la del Este, “la otra”, la antes denigrada, la de los “vagos y desagradecidos”, ha enviado un mensaje contundente: así no se puede seguir. El modo de hacer política en Berlín no funciona, sobre todo en los antes denominados “nuevos estados federados”. Los ciudadanos de Sajonia y Turingia han votado a la extrema derecha no ya como señal de protesta —porque el 74% se siente como alemanes “de segunda”— sino porque están convencidos de que Alternativa para Alemania (AfD) tiene respuestas y les escucha. Los programas electorales de AfD siguen siendo pobres en contenido; sus líderes y cuadros medios carecen muy a menudo de formación política o profesional seria, esquivan a la prensa crítica y rehúyen los debates con otros partidos. Se sienten más cómodos en los mítines que en las sesiones parlamentarias. Pero los populistas tienen un mérito: están haciendo sobre todo una política sobre el terreno, mucho más próxima al hombre de a pie y a sus miedos: la recesión, el malestar ante una titubeante política de inmigración y asilo (aunque en el este no hay tanta inmigración), el aparente aumento de la criminalidad.

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