Algunas palabras parecen proscritas de las crónicas más serias, como si con ellas solo pudieran contarse lo banal y lo accesorio; o sea, lo que de verdad importa. Sucede con el amor, por ejemplo, que no suele citarse en las páginas de información política o económica porque qué va a decirnos el amor sobre la vida si tenemos a mano el PIB o la cotización del Ibex-35.
Qué importa el amor si está la ira
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