¿Que te vote Txapote?

¿Que te vote Txapote?

Las rebajas de condenas a insignes presos etarras, por su ornamentado currículum de muerte, es una bofetada a la víctimas vivas y un incienso de veneno a las muertas. Los nuevos socialistas no recuerdan ni a sus propios difuntos. Defienden sin capucha que las bestias acechen a los fantasmas en las aceras. Proclaman como justo lo que es excepción sangrienta, ni siquiera política, porque un asesinato adelanta muchos años el clímax de los gusanos. Nos estamos acostumbrando a la barbarie y el sinsentido por un ratito más en la Moncloa. Cada país merece su Netanyahu. Aquí lo tienen, meciéndose en los balcones de palacio.

El partido de la oposición, que aspira con poca fortuna, por el momento, a presidir el Gobierno, ha permitido tamaña afrenta. Ha presenciado cómo se preparaba el paso administrativo de los cadáveres y no ha hecho nada. Pedir perdón. Digamos que se ha cometido un crimen, todo lo legal que quieran, y el público del Congreso, al que se votó para evitarlo, estaba atareado haciendo nada, lanzando vítores a su líder que es a lo que se dedican los políticos. Hacer la pelota, mayormente. Eso sí, lo practican por igual hombres y mujeres. Celebremos la igualdad.

Estos «despistes» nos muestran hasta qué punto es elevado el número de diputados y senadores si a lo que se dedican es a firmar documentos que ni se estudian. Es más, nos llevaría a pensar si son necesarios los diputados y senadores, que es una conclusión de manual populista a la que nos arrastra estos corrillos del poder con estas maneras de señoritos del cortijo, llevándose nuestro dinero y nuestra vergüenza.

El PSOE ya andaba por caminos por donde se husmeaba la indecencia sin que sus jefes se acogieran en ningún monasterio. Se hizo tan popular y tan de escarnio humorístico el «Que te vote Txapote» que hasta hubo quien pensó que se estaba trivializando la memoria de las víctimas. ¿Y ahora qué, señores del PP? ¿Que te vote Txapote?

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