Ramón Valdés: un siglo entre “El Chavo del 8” y “El Chapolín Colorado”

Ramón Valdés: un siglo entre “El Chavo del 8” y “El Chapolín Colorado”

Hace 100 años nacía en Ciudad de México Ramón Valdés, hijo de un agente de aduanas (Rafael Gómez Valdés Angelini) y una ama de casa (Guadalupe Castillo). Y a la larga, un siglo después, se puede hablar de que hoy es reconocido como uno de los actores más recordados de la televisión mexicana. Conocido principalmente por su icónico papel de Don Ramón en “El Chavo del 8“, Valdés dejó una huella indeleble en la comedia latinoamericana. Sin embargo, su versatilidad lo llevó a interpretar una variedad de personajes memorables en el universo de Chespirito, entre ellos, el hilarante y peculiar Súper Sam en “El Chapulín Colorado”.

No tardó el actor en hacerse un hueco en el mundillo. Lo primero fue “Calabacitas tiernas” (1949), una comedia musical en la que aparecería junto a Tin Tan, Germán Valdés, su hermano. Tras ello, decenas de proyectos en los que se convertiría en un pilar fundamental del equipo de comediantes liderado por Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”. Aunque su legado se asocia principalmente con Don Ramón, Valdés demostró una habilidad única para encarnar personajes con una personalidad distintiva y un estilo cómico propio.

En ese vasto repertorio de personajes de “El Chapulín Colorado”, su Súper Sam destacó como una ingeniosa parodia del arquetipo del superhéroe estadounidense. El personaje, interpretado por Ramón Valdés, aparece vestido con un traje que evoca los colores y símbolos del Tío Sam. Súper Sam es una sátira del héroe extranjero que, en lugar de combatir el mal o salvar a los desvalidos, está obsesionado con el dinero. Su lema “Time is money, oh yeah!” es una frase que repite constantemente y que refleja su naturaleza superficial y mercantilista; una crítica directa al capitalismo y al materialismo. A diferencia del Chapulín Colorado, cuyo principal atributo es su nobleza y su deseo de ayudar a los demás, Súper Sam es egoísta y solo actúa por interés económico. Aunque quizá aquel Súper Sam no sea tan recordado como Don Ramón, el personaje refleja el ingenio de Chespirito y de la capacidad de Ramón Valdés para adaptarse a diferentes roles cómicos.

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