Respuesta aérea vital

Respuesta aérea vital

Un ángel llegado del cielo, pero de color amarillo. Cuando
las cosas se complican en el extenso medio natural de la Comunidad, el
helicóptero del Grupo de Rescate y Salvamento (GRS) de la Junta de Castilla y
León se convierte en la respuesta esencial gracias al trabajo profesional,
coordinado y eficaz de un equipo experimentado conformado en cada guardia por
cuatro integrantes que dan lo mejor de sí al servicio de la ciudadanía. Puesto
en marcha en diciembre de 2006 y operativo en horario de orto a ocaso los 365
días del año, da respuesta en una media de cinco minutos a los incidentes desde
su base ubicada en Alcazarén (Valladolid), punto céntrico que facilita la
capacidad de repuesta y garantiza la optimización de los tiempos de actuación.

Esa salvación amarilla que aparece en el cielo en forma de
helicóptero es el H145, el modelo más avanzado y con mejores prestaciones para
operaciones de rescate, permitiendo una completa sanitarización del rescate y
una gran polivalencia para operaciones de protección civil. Se trata además de
la primera unidad de este modelo que ha comenzado a operar en España para
misiones de rescate, pero su operatividad y respuesta no sería posible sin el
factor humano y el trabajo en equipo, abanderado con el nombre de Juan Carlos
(piloto), Eva (enfermera rescatadora), Raúl (operador de grúa) y Álvaro
(rescatador técnico).

Se trata así de un medio propio que permite al Centro
Coordinador de Emergencias, que depende la Agencia de Protección Civil y
Emergencias, dar respuesta a los accidentes en las múltiples zonas montañosas y
de difícil acceso de Castilla y León, donde el GRS destaca por la
implementación y estandarización procedimental, lo que aporta seguridad y
eficacia al servicio, lo que también le convierte en los equipos de emergencias
con intervención aérea que poseen la “respuesta más rápida de España”.

En muchas ocasiones, el grupo es activado “sin que se haya
cortado la llamada de la persona que se pone en contacto por un accidente”,
algo que ha servido para reducir los tiempos. “Un precipitado en un pico o en
una zona de difícil acceso no requiere que se le den muchas más vueltas. Se
activa con despacho inmediato al helicóptero”. Así ha ocurrido en los más de
1.500 rescates realizados durante los cerca de 18 años de funcionamiento,
siendo agosto (236) y julio (175) los meses con mayor actividad, donde el 83
por ciento de los atendidos presentaban problemas de origen traumático.

La detección de patologías graves, la inmovilización
correcta y el alivio del dolor del accidentado se erigen como funciones
sagradas de Eva González, una de las enfermeras rescatadoras, una mujer curtida
en mil batallas que cuenta a sus espaldas con 22 años de experiencia sanitaria,
de los que tres se ha pasado volando en el helicóptero de salvamento de la
Junta. Desde la incorporación de esta figura en 2017, su presencia se ha
convertido en imprescindible, dado que en el 53 por ciento de las intervenciones
de rescate, se hace esencial la presencia de un sanitario en el equipo, según
los datos del propio servicio, siendo el GRS del Gobierno autonómico el único
equipo de estas características sanitarizado en la Comunidad.

Sanitarización y dolor

Con el enfermero rescatador se consigue iniciar la atención
sanitaria en el lugar del accidente, valorar las lesiones y los signos de
gravedad para una mejor movilización y evacuación, así como un adecuado
tratamiento del dolor, evitando un empeoramiento de la situación, reduciendo
los efectos de las lesiones, proporcionando confort, reduciendo el sufrimiento
del accidentado, disminuyendo la morbi-mortalidad, y mejorando las
posibilidades de supervivencia en situaciones críticas.

Llegar al punto del accidente. “No espero a que lo saquen,
sino que atiendo y ayudo al rescate en el mismo lugar con una valoración
sanitaria”, afirma a la Agencia Ical, al asegurar que el enfermero rescatador
debe llegar al punto y tiene que bajar a los mismos lugares que el propio
rescatador técnico, porque la “reanimación sanitaria se lleva a cabo en el
lugar del accidente”, donde debe detectar situaciones graves como son un
sangrado o un problema respiratorio que pueden generar problemas y complicaciones
en corto plazo.

Deja claro que el “dolor es fundamental” y a día de hoy, el
proceso de “sanitarizar” tiene que pasar por “quitar el dolor a la persona,
porque no se puede rescatar o evacuar a una persona con gritos”. El dolor de
una rotura de pierna o costillas es “inexplicable”, por lo que es
imprescindible la analgesia. Se implementan unos protocolos realizados por los
enfermeros y está firmado por el Departamento Médico, aunque cuentan con
asesoramiento a través del Centro de Coordinación si hay alguna cuestión o proceso
sanitario a aplicar.

“Manejar a una persona con dolor o que se encuentra agitada
es muy difícil, porque complica y pone en riesgo el proceso de extracción y su
estancia dentro del helicóptero”. Por ejemplo, las víctimas con traumatismo
craneal suelen encontrarse con mucha agitación por el proceso médico, los
cuales gritan y mueven mucho los brazos y en ese estado “no puedes subir a una
persona en la grúa del helicóptero porque es un problema de seguridad para el
equipo”, añade la profesional.

La inmovilización y la movilización correcta y segura es
esencial, de ahí que se cuente con un colchón de vacío, un ferno y camillas que
cumplen la función de tablero espinal, un material que se une a una gran
variedad de equipo de un nivel de soporte vital avanzado (pequeño respirador,
oxígeno, DESA o material para intubar). Aun así, todo depende de cada rescate y
las circunstancias de cada caso, por lo que hay que aplicar “mucha gestión y
coordinación”, comenta. Ante la “mínima sospecha de dolor en el cuello o
espalda se procede a la inmovilización de la persona”.

“Siempre hay que evitar quedarse con la víctima en el lugar
del accidente, porque no podemos pasar una noche con una persona que tiene una
fractura de cadera o que un afectado por politraumatismos esté tirado horas en
un monte. Si yo tengo constancia de que puedo sacarlo con una inmovilización
semicorrecta y así le voy a ayudar en el proceso médico no voy a optar por
dejarlo en el lugar hasta que pueda rescatarlo con una camilla”, asevera la
enfermera.

Rescate en equipo

El GRS es un trabajo “muy bonito al ser un equipo que se
conforma por cuatro personas con funciones muy dispares, pero que en el momento
de actuar se ponen en común y coordinado para resolver el rescate de manera
segura y efectiva. Todo está estandarizado y los cuatro miembros del equipo
saben en todo momento cómo se va realizar el rescate y su gestión. Un trabajo
muy de equipo para minimizar los riesgos, ganar en seguridad y así ser
efectivos y eficaces”, reconoce a Ical el operador de grúa, Raúl Vallespín.

Sus funciones se basan en la gestión de la cabina y el
manejo de la grúa, una herramienta que cobra un papel más que destacado, porque
permite acceder al punto donde se ubica la persona que necesita ayuda. Está
dotada por un cable con una longitud de 90 metros, con la que se puede trabajar
en zonas de vegetación o de paredes laterales y garantizar la seguridad del
helicóptero al evitar posibles obstáculos.

Ante las leyendas y las escenas de película, subraya que no
existe prácticamente la posibilidad de una rotura del cable de la grúa, porque
todo “está estrictamente regulado aeronáuticamente, estandarizado y revisado
con unos mantenimientos muy exhaustivos”. Otra cosa es que tenga que producirse
un corte de cable porque haya un enganche, pero sería una causa muy excepcional
y con más probabilidad asociado a un error humano por unas tomas de decisiones
erróneas. Puntualiza que durante la operación tienen que pensar antes en otras
muchas cosas que en una rotura o corte del cable.

Durante el ferry de vuelo hacia el lugar del incidente, el
operador se ubica en la cabina junto al piloto para servir de apoyo visual ante
la existencia de posibles riesgos, como es la aparición de pájaros, aunque sin
ejercer ninguna función de vuelo ni de comunicación con torres de control. Hay
manejo de la información que aporta el Centro Coordinador en cuanto a
coordenadas de lugar y de la zona de traspaso de las víctimas a otros
organismos intervinientes. No obstante, cinco minutos antes de llegar al punto,
se prepara la cabina para la operación, por lo que el gruista se traslada a la
parte trasera junto a sus compañeros y, en función de la información del
suceso, hay una implementación determinada.

La Comunidad, a una hora

Reacción y rapidez de respuesta en un abrir y cerrar de
ojos. Con los puntos más lejanos ubicados en el oeste de la Comunidad, como es
El Bierzo, Villablino y la zona del Moncayo, el helicóptero tarda
aproximadamente una hora. El ámbito de montaña con menor trayecto es Gredos, ya
que en media hora se está en el punto. Aun así, la media de desplazamiento
ronda los 45 minutos, según detalla Juan Carlos Sánchez, piloto del equipo con
42 años de experiencia a los mandos y residente en el GRS desde los inicios.

El rescate más largo puede llegar a durar dos horas y media
en función de lo que se tarde en estabilizar al paciente, mientras que los más
cortos se finalizan en una hora cuando se llevan a cabo en la Sierra de Madrid
o en la zona de Ávila, relata, al mismo tiempo que traslada que la velocidad
media es de 120 o 130 nudos, que equivalen a unos 250 kilómetros por hora. Al
salir de base se suele coger una altura estándar que se suelen mantener hasta
la zona del rescate.

La “facilidad” de esta aeronave se debe a su “elevada
aviónica” gracias a un sistema que facilita el vuelo, que se suma al piloto
automático, lo que descarga los tramos hasta la zona del incidente. Además,
cuenta con funciones que “ayudan bastante” a la navegación en caso de que se
hiciera un vuelo de aeropuerto a aeropuerto como a la hora de hacer el rescate,
dado que se logra mantener de manera estacionaria el helicóptero a una altura
determinada, lo que ayuda a sacar a las víctimas con la grúa de la zona del
rescate, dijo.

Lo primero es la seguridad de la operación y de la propia
tripulación, que se une al gran espacio que tiene la aeronave para que la
enfermera asista a la víctima, sin olvidar que está diferenciada la cabina de
la zona de pasajeros, lo que aporta todavía mayor protección al vuelo. Y es
que, este modelo es el “top en las emergencias y el más pretendido, pero
también el más caro”, aunque es el “más capacitado” para operar en todos los
sentidos con una aeronave “muy moderna, segura y viable”.

Sánchez recalca el salto cualitativo en comparación con el
helicóptero anterior, ya que se doblan las capacidades, al ser biturbina
aportando más potencia y seguridad, permite el doble de plazas hasta las nueve,
se incrementa la carga en un 60 por ciento y se dobla el espacio en cabina, lo
que permite diferenciar entre zona de vuelo y zona de trabajo, aportando
eficacia y seguridad, además de poder acomodar dos camillas. Así, esta aeronave
ofrece la posibilidad de desarrollar nuevas misiones de protección civil, como
el transporte de un Puesto de Mando Ligero, hospital de campaña, otros
materiales de intervención o el desplazamiento de los técnicos del CCE, entre
otros supuestos.

Sin tiempo para la duda

Desde el equipo aseguran que, ante la duda, el helicóptero
sale al aviso, aunque después haya que darse la vuelta y regresar a la base,
cuyo coste de la operación no se cobra de ninguna manera al requiriente.
“Preferimos darnos la vuelta cinco veces que llegar a una vez tarde. Es una
pauta sagrada de este servicio”, porque comentan que, en ocasiones, cuesta
saber lo que es una imprudencia, dado que en ciertas ocasiones entra en juego
la “ignorancia” a la hora de salir al medio natural, aunque “no llega a ser
criticable”.

Aun así, uno de los problemas se centra en que se hayan
“banalizado” las actividades en este tipo de entornos, las cuales son mucho más
accesibles para el conjunto de la sociedad, pero en determinados casos “se
carece de planificación y formación”, además de sumarse la mala suerte y la
meteorología. No obstante, “no podemos llegar a un rescate y criticar a los
accidentados”, quienes anuncian que en el horizonte está desarrollar un
programa de formación y prevención de cara al ámbito de la montaña.

Una pareja indivisible es la que forma Álvaro Ramos con Eva
González. Rescatador técnico y enfermera rescatadora, quienes trabajan mano a
mano y descienden al lugar del incidente. Así, Ramos dota de seguridad al
entorno para que su compañera pueda progresar hasta la víctima y, una vez en el
lugar, realice las labores de atención sanitaria con garantías y no se
produzcan más accidentes.

Habrá momentos en los que será necesario progresar porque la
zona en la que se encuentra el accidente es compleja técnicamente y se tenga
que preparar el camino para poder llegar. En otras ocasiones, no es posible
extraer a la víctima directamente con el helicóptero, por lo que hay que
acercar al accidentado a una zona apta para la evacuación. De ahí la
importancia de la experiencia y de trabajar en montaña, lo que ayuda a conocer
las rutas y los montes, dado que Ramos suma cuatro años de trabajo en el GRS de
la Junta a mayores de los 25 años como guía de alta montaña en España y Europa.

Por norma general, la víctima asciende al helicóptero a
través de la grúa en acompañamiento de la enfermera, dado que una vez que el
herido está en la aeronave, la compañera sigue realizando labores de atención
sanitaria, siendo el rescatador el último en la zona, porque se encarga de
recoger el material y realizar el acompañamiento de otras personas que se
encuentren en la zona, asevera a la Agencia Ical Álvaro Ramos.

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