Sánchez da también la espalda a sus votantes

Sánchez da también la espalda a sus votantes

Pedro Sánchez ya cuenta con la Presidencia de la Generalitat de Cataluña. El PSC fue el partido más votado en las elecciones autonómicas, pero ese dato resultó siempre anecdótico para Moncloa, pues el objetivo ha sido siempre alcanzar el poder por cualquier medio, contara o no con el refrendo mayoritario de la ciudadanía. Se ha tratado de dar continuidad y consistencia al discurso oficial de la nueva etapa en el Principado con el que se han justificado todas las barrabasadas inmorales e inconstitucionales con las que se han comprado los votos separatistas. Es cierto que Sánchez ha pagado un precio en forma de desgaste electoral evidente con derrotas severas en la mayoría de comicios celebrados hasta la fecha, pero, con innegable capacidad de resistencia y alta irresponsabilidad en sus tratos con los independentistas, ha logrado salvar su prioridad casi exclusiva, el poder. El poder, con todos los peros, reparos y condicionantes que se quieran, pero el poder al fin y al cabo que se daba por perdido como justo castigo a su desempeño en el Gobierno. El acuerdo en Cataluña para encumbrar a Salvador Illa, uno de sus más fieles seguidores, se ha llevado por delante pilares capitales del estado de derecho que sostenían la solidaridad interterritorial y la ya maltrecha igualdad entre españoles para privilegiar a Cataluña e imponer un sistema de financiación ajeno a la Constitución y que supone un agravio y un perjuicio para el resto de los territorios. La soberanía fiscal permitirá que la Generalitat rompa la «caja común» y torpedee la capacidad financiera del resto de autonomías y por tanto su margen para sostener las políticas y los servicios a los que sus ciudadanos tienen derecho. Que el argumentario del Gobierno y del PSOE bendiga la quiebra fiscal que había aborrecido una semana antes del compromiso en Barcelona, que se esgrima poco menos que nada ha cambiado, y en todo caso para mejor y en interés común, supone una ofensa a la inteligencia y a la paciencia de los españoles, incluidos los votantes de izquierda y entre ellos los socialistas. Según la encuesta de NC Report para LA RAZÓN, casi el 40% de los electores del PSOE rechaza el «cupo catalán» y un tercio el pacto PSC-ERC. Entre los seguidores de Sumar, la oposición se mueve también en esos parámetros. Y en general siete de cada diez españoles lo censuran. El estado de la opinión pública es contundente y, sin embargo, estamos convencidos de que no provocará un mínimo viraje o matiz en los planes de Sánchez, que con toda probabilidad ha sido el presidente más distante y frío con el ciudadano, con una relación manifestada en su deslealtad y sus continuadas mentiras. Como es habitual en su trayectoria, el presidente juega con el tiempo que resta para las generales y en la capacidad de su maquinaria para tejer olvido y desmemoria. Está por ver si esa desazón entre los suyos se transformará en contestación a la hora de la verdad. Su despótica política de tierra quemada merece un reproche colosal.

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