El patrón es horrendo y se repite una y otra y otra vez. Cita, bebida, droga, inconsciencia, violación. Después: abandono, olvido, vergüenza. Pero ahora se le añade un último término que prende una mecha de esperanza: denuncia. Son ya más de 130 las personas, en su mayoría mujeres, que han tenido la valentía de presentar una demanda contra el antes ultratodopoderoso y megaconectado Sean Combs, rapero, productor musical, empresario y padre artístico de figuras como Usher y Justin Bieber. Tras recibir un goteo de denuncias en poco más de 10 meses, el caso ha dado dos pasos de gigante. El primero cuando a mediados de septiembre Combs fue detenido y acusado de tráfico sexual, asociación ilícita y transporte para ejercer la prostitución, con cargos que le pueden tener el resto de su vida en la cárcel. Y segundo, el clavo que remacha su tumba pública y mediática: las nada menos que 120 denuncias que llegaron el martes. Entre ellas había 25 de menores de edad, algunos acusándole de abusos cuando tenían nueve años.
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