Silvia González: “El cáncer y el deporte van de la mano. Yo decía que sudaba la quimio”

Silvia González: “El cáncer y el deporte van de la mano. Yo decía que sudaba la quimio”

Una fractura de cadera en un evento ciclista hizo que a Silvia González le detectaran un linfoma folicular que, una vez superado, se le reprodujo dos años después. Un rebrote que la obligó a someterse a un autotrasplante de médula en noviembre del año pasado. En abril ya estaba compitiendo en la Titan Desert, una de la carreras más duras de ciclismo de montaña por el desierto marroquí arropada por el Aural Team. En la arena del Sáhara coincidió con estrellas como Miguel Indurain y con Abel Antón, dos veces campeón del mundo de maratón y ahora su compañero de equipo.

¿Cómo surge la idea de participar en la Titan Desert?

Para cualquier ciclista que haga mountain bike la Titan es una prueba épica. Un poco por cuestión económica decía a ver cuándo me lo voy a poder costear, luego me surgió el cáncer, pero con el tratamiento no dejaba de montar en bici y dije vamos a explotarlo.Esto es un ejemplo de que con quimio se puede montar en bici y a ver quién nos puede comprar este proyecto para dar visibilidad a que el cáncer y el deporte van de la mano. Es casi mejor medicina que las medicinas que nos dan para que la quimio tenga unos efectos secundarios menores. Yo efectos secundarios he tenido, pero los he llevado superbien y creo que ha sido gracias a la bici y al deporte en general. Yo decía que sudaba la quimio y es verdad.

¿Cómo le detectaron el cáncer?

Empecé en 2018, en un evento con Miguel Indurain, que me tiraron y me rompí la cadera. Tenía unos ganglios en la ingle y trabajando con el fisio me decía «esto es de la infección, que están trabajando por la cadera». Pero fue pasando el tiempo y me dijo «vete al médico porque esto no es normal». Me detectaron un linfoma folicular gracias a eso. Antes de la pandemia terminé el tratamiento con quimio agresiva cada 21 días, los ciclos normales, y yo ahí seguía haciendo deporte y montando en bici. El hematólogo me decía «no me digas lo que has hecho, tú hazlo, bendita locura, pero no me cuentes los kilómetros que has hecho ni nada». Y había otro que me regañaba, «estás con quimio, ya bastante esfuerzo hace el cuerpo».

¿Cuándo supo que tenían que hacerle un autotrasplante?

Justo antes de la pandemia acabé el ciclo y estuve dos años de tratamiento recordatorio. Al cabo de los dos años me volvió a aparecer y he estado este último año haciendo un ensayo porque el linfoma folicular es crónico. Lo normal no es que apareciese tan pronto, pero en mi caso ha aparecido y he estado todo el año haciendo tratamiento, un ensayo que iba todos los martes. Quedaba un poquito y me hicieron un autotrasplante. Los médicos te cuentan las cosas a medias y el autotrasplante no iba a ser tan radical o no me iba a dejar tan mal como me dejó, me dejó a cero. Cuando salí de ahí dije a lo mejor el reto se nos ha ido de las manos. Salí en noviembre y en diciembre solo pude estar andando, montando en bici, casi nada. En enero y en febrero es cuando pude empezar a coger la bici más normal, pero las piernas no iban. Yo hacía la distancia, pero iba demasiado lenta. Venía con un equipo, con Aural centros auditivos. Era un proyecto suyo ahora por su 45 aniversario de ejemplos de superación y dije pues aunque lo hagamos más lento, ya está.

Dice que ha cerrado un círculo.

Me emociono porque Indurain me llamó cuando estaba en el hospital, desde que me caí hemos tenido conversaciones y hemos coincidido. Es un crack. Y el tío me llamó cuando estaba en el hospital con el autotransplante y me dijo que no venía. Yo decía qué pena. Y cuando me enteré de que venía, le llamé y la verdad es que está guay porque cerramos el círculo. Me caí cuando iba con él, ahora ya estoy limpia, terminé la Titan y encima con Indurain.