Símbolo que aúna leyenda, historia, naturaleza y espiritualidad: un rincón en el corazón asturiano que debes conocer

Símbolo que aúna leyenda, historia, naturaleza y espiritualidad: un rincón en el corazón asturiano que debes conocer

Con miles de personas que acuden hasta aquí cada año, responde al principal centro de peregrinación mariana. Sorprende a los visitantes por su belleza, sus monumentos y su ubicación entre montañas y bosques en pleno corazón de los Picos de Europa, conformando uno de los conjuntos monumentales más visitados de España. El Santuario de Covadonga es un destino imperdible en cualquier lista turística. Fue aquí donde tuvo lugar la Batalla de Covadonga, en el año 722 d.C. en la que, se dice que con la ayuda de la Virgen de Covadonga, conocida como La Santina, Pelayo y sus valientes astures lograron hacer retroceder a las tropas islámicas, un suceso que forma parte fundamental de la historia y se considera el germen de lo que hoy es España.

En Covadonga convergen todo tipo de emociones y lo cierto es que, independientemente del motivo de la visita, nadie queda indiferente ante su poderoso encanto. Aquí se encuentra también la cueva de Covadonga, un lugar misterioso y único, repleto de simbolismo. Un rincón cargado de mitología y poesía para la refundación de las Españas después del complicado proceso de la conquista musulmana. Así lo consideraba al menos el pensamiento goticista medieval, que buscaba conectar el reino visigodo, tras su decadencia y caída, con el reino de Asturias, que sería el punto de partida de lo que estaba por venir. La Santa Cueva, donde se encuentra la imagen de la Virgen, conocida como La Santina, es accesible a través de una escalera de 105 peldaños que comienza en la parte inferior, conocida como la escalera del “perdón” o de las “promesas”. También se puede llegar a la cueva por un túnel que se adentra en la montaña desde la parte superior del Santuario.

Covadonga, del latín “Cova Domenica” (cueva de la señora) es un emblema para Asturias y todos los asturianos, quienes, al menos una vez en la vida, deben visitarlo. Sus monumentos, como la Basílica y la Virgen de Covadonga, simbolizan el espíritu de toda la región, uniendo a su gente sin distinciones y capturando la esencia misma de Asturias. Su historia, que comenzó hace 13.000 años, se refleja hoy en este Santuario. Por su relevancia histórica, religiosa y turística, Covadonga es considerado el corazón de Asturias.

El valle de Covadonga se sitúa entre el mar y los Picos de Europa, cerca de la localidad de Cangas de Onís, en el este de Asturias. En este lugar tuvo lugar la llamada “Batalla de Covadonga”, un evento considerado una de las “primeras piedras de la Europa cristiana” y la “cuna de la Reconquista”. En el año 722, cuando el dominio árabe ya se extendía por todo el territorio español y se preparaba para invadir las tierras galas, un grupo de rebeldes en los montes de Asturias se resistía a la invasión.

El primer rey de Hispania, creador de una dinastía

Sí, Pelayo ostentó legítimamente el “primer título de rey de Hispania”, así lo describe el cronista catalán del siglo XV, Pere Tomic. Conocido tanto por su fama como por el misterio que rodea su vida, dado que hay pocas certezas documentadas sobre él, Pelayo podría haber sido un representante de la élite local asturiana o un noble godo fugitivo con pretensiones de linaje real, y probablemente una persona con fuertes vínculos familiares entre los astures. Es posible que estuviera bajo la autoridad del prefecto musulmán de Gijón y que ejerciera alguna función en su servicio tras la caída del poder visigodo. Pelayo acabó liderando una revuelta en 718 que culminó en la batalla de Covadonga en 722, estableciendo un pequeño centro de poder en la aldea de Cánicas, hoy conocida como Cangas de Onís. Así nació el Reino de Asturias.

La figura de Pelayo está envuelta en un aura de misterio y leyenda que se pierde en la oscuridad de los tiempos. Sin embargo, la imagen que emerge es la de un magnate posiblemente de origen hispanorromano o godo romanizado, con propiedades y prestigio en la región centro-oriental de Asturias. Es probable que hubiera ocupado cargos importantes en los últimos años del Reino Visigodo y, en un principio, podría haber servido al gobernador musulmán establecido en Gijón tras la conquista musulmana del territorio astur a partir del año 714.

Se cuenta que el rey Don Pelayo y su reducido ejército cristiano derrotaron a las tropas musulmanas en estas montañas, marcando el inicio de la Reconquista. Las antiguas crónicas atribuyen a Don Pelayo la siguiente declaración: “De este pequeño monte surgirá la salvación de España”.

En los escarpados y desconocidos terrenos de los montes de Asturias, las tropas musulmanas que avanzaban por el valle de Covadonga fueron emboscadas desde las laderas de las montañas. Se dice que la cueva de Covadonga sirvió al rey Pelayo como refugio desde el cual lanzó ataques contra las fuerzas invasoras.

El rey Pelayo y sus seguidores cristianos llevaron consigo una imagen de la Virgen, que colocaron en la Cueva para solicitar su protección o, quizás, para agradecerle tras la victoria obtenida. Posteriormente, Pelayo construyó un altar en la misma Cueva en honor a la Virgen.

Símbolo universal y corazón de Asturias

El “Real Sitio” de Covadonga comprende la Cueva que alberga la imagen de la Virgen y una pequeña capilla, casi excavada en la roca de la montaña. Debajo de la cueva, brota una cascada que desemboca en un pequeño estanque donde peregrinos y visitantes arrojan monedas y realizan sus peticiones.

Al cruzar el estanque y subir por unas empinadas escaleras, llegamos a la cueva de la Virgen de Covadonga, un lugar de culto y peregrinación donde la constante llegada de visitantes no interfiere con la tranquilidad y el silencio del ambiente. Desde allí, atravesando la montaña por una gruta, llegamos al otro lado del monte para visitar la Basílica de Covadonga.

Esta majestuosa iglesia de estilo neorrománico no solo impresiona por su belleza, sino también por su ubicación. Es asombroso que un monumento tan imponente se alce en este apartado monte de Asturias. Alrededor del templo, hay varios paseos, senderos y jardines de gran belleza, ideales para caminar y disfrutar del impresionante paisaje que nos rodea.

El rey Alfonso XII ordenó su construcción en 1877, ubicándola entre el Monte Auseva y el Monte Ginés. El diseño fue obra de Roberto Frasinelli, conocido como el “Alemán de Corao”. Para llevar a cabo la obra, se extrajeron veintisiete mil metros cúbicos de piedra para alcanzar el nivel adecuado. La piedra caliza roja utilizada en la construcción contrasta notablemente con los verdes bosques que la rodean.

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