No paran. Tamara Falcó e Íñigo Onieva tienen más horas de vuelo que un piloto inexperto, y aprovechan cualquier ocasión especial para hacer las maletas -si es que alguna vez las deshacen- y volver a poner rumbo a un lugar recóndito del planeta. Las vacaciones de verano -el empresario ha bajado la persiana de su restaurante Casa Salesas por unas semanas- son la excusa perfecta, y a lo largo de julio y agosto ya han recalado por París, Marbella y Madrid -los estíos de La Villa son más llevaderos en la piscina de su ático o de Villa Meona, la casa de mami Preysler-.
Su última aventura les ha llevado hasta la otra punto del mundo, a Seychelles, seguramente a coste cero puesto que Falcó ha hecho promoción en sus redes sociales hasta de la lujosa aerolínea que les ha acercado hasta su destino. “Nos llevan al paraíso”, decía la marquesa de Griñón, y no exageraba, habida cuenta de los preciosos parajes naturales que rodean el lujoso hotel en el que se hospedan durante su viaje (campaña).
Tamara e Íñigo pasan sus días en Seychelles en el Hotel Raffles, un complejo que la propia web define como “un refugio tropical aislado para viajeros aventureros exigentes y un faro de sostenibilidad en un entorno natural de rara maravilla”. Ubicado en en la costa norte de Praslin, la segunda isla más grande de las 115 que conforman el archipiélago de las Seychelles, cuenta con todo tipo de lujos y comodidades para que sus distinguidos clientes se sientan como en casa, o mejor.
Cuenta con varios tipos de villas disponibles, todas con vistas a la playa o a la naturaleza y algunas de ellas con piscina privada. Además, las instalaciones son igual de mágicas y ofrece diferentes restaurantes para hacer las delicias de los huéspedes.
Como suele ocurrir con este tipo de hotelazos, su precio no está al alcance de todos los bolsillos, y reservar una sola noche puede costar entre 1.200 y 1.600 euros, en función de la fecha y del tipo de villa que se reserve.
Aunque no hace falta salir del hotel para disfrutar de unas vacaciones inolvidables, Tamara Falcó e Íñigo Onieva han visitado también las paradisíacas playas que rodean el complejo, donde han tenido la oportunidad de darse un refrescante baño en las aguas cristalinas del Índico, ver ancianas y grandísimas tortugas o la semilla más grande del mundo en el Valle de Mai, patrimonio de la UNESCO.
