Teresa Ribera: Eclipsada por el ruido

Teresa Ribera: Eclipsada por el ruido

Su campaña ha estado solapada por los mensajes radicales de Pedro Sánchez y la investigación judicial a su esposa. Teresa Ribera ha sido una figura eclipsada por el presidente del Gobierno, el «caso Begoña», la amnistía, las cesiones al independentismo, la corrupción y la ultraderecha. Escasas palabras sobre los problemas que afecten a los europeos, economía, tejido productivo o medio ambiente en los mensajes de la aún vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, cuya gestión ha sido, para sectores del campo español, «una pesadilla». La decisión de Sánchez de unir a España en la denuncia contra Israel y acusar de genocidio a Benjamín Netanyahu, plegándose a los postulados de Hamás en contra del posicionamiento de otros países europeos y Estados Unidos, ha tensionado esta campaña. Ello pudo verse en el último debate televisivo entre los nueve candidatos, donde Ribera mantuvo un duro enfrentamiento con Dolors Montserrat e Irene Montero, a quien se negó a responder sobre el conflicto en Gaza y la calificación de genocidio en la actitud del Gobierno israelí.

Siguiendo la estela y consignas de Sánchez con el objetivo de arañar votos a sus socios de coalición, Podemos y Sumar, la candidata socialista se enzarzó en el «freno a la ultraderecha» como asunto más urgente en la Eurocámara. En su fervorosa defensa de Begoña Gómez, asegura que todo el programa del PP «se basa en una denuncia falsa». Una batalla electoral en clave nacional, en la que apenas se le han escuchado propuestas concretas para la próxima legislatura europea. Su discurso en todos los mítines acompañada por el presidente ha sido a cara de perro con el PP y la ultraderecha, con acusaciones de «xenofobia y racismo». Teresa Ribera se ha movido ante la duda de qué efecto tendrá el «caso Begoña» el 9-J: si beneficiará al PP o logrará movilizar al electorado de izquierdas. Un turbio asunto que cada día se complica más por los ataques desde el Gobierno y el PSOE a la oposición, los jueces y los medios de comunicación no obedientes a las directrices de Moncloa. Sin mucho éxito, Ribera ha intentado erigirse en artífice de la llamada Agenda Verde en España, impulsando leyes como la del cambio Climático y Transición Energética que, por su radicalismo ecológico, han sido muy criticadas en sectores agrícolas y ganaderos.

Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense, Diplomada en Derecho Constitucional por el Centro de Estudios Constitucionales, Ribera pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y ha desempeñado varios cargos técnicos en la Administración, como el gabinete del subsecretario de Medio Ambiente, directora de la Oficina Española del Cambio Climático y secretaria de Estado de este área bajo el Gobierno de Zapatero. Por iniciativa de este, en 2015 se incorporó al equipo de expertos de Sánchez para elaborar el programa electoral del PSOE en materia de medio ambiente, transición ecológica y sostenibilidad. Fue directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, con sede en París. Desde este puesto, en junio de 2018 fue nombrada ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico en el primer Gobierno de Sánchez, donde ha tenido una gestión controvertida. Impulsó un Plan estratégico para favorecer el autoconsumo eléctrico y la descarbonización, y se integró en el equipo de confianza del presidente como vicepresidenta tercera. Considerada una mujer preparada y buena técnica, aunque a veces con rictus partidistas, durante su gestión ha mantenido varios pulsos con las grandes energéticas, eléctricas y sectores agroalimentarios.

Casada con Mariano Gacigalupo, consejero de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, relación por la que recibió fuertes críticas de la oposición por un presunto conflicto de intereses, es madre de tres hijas. Su vocación ecologista le viene de familia. Hija de un prestigioso médico, docente e impulsor de la geriatría moderna, José Manuel Ribera, y una profesora de Filosofía vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, ambos militantes socialistas, cuando tenía 14 años, su madre Teresa Rodríguez fundó la revista «Tiempos de paz», nacida al calor de la guerra fría y los euromisiles. Firme defensora de las renovables y de acabar con las nucleares, es discreta, afable en el trato cercano, pero seca y cortante cuando se le intenta poner en un brete. Por sus ideas, Sánchez la escogió como ministra de Transición Ecológica, donde ha mantenido un continuo pulso entre los socios comunistas de la coalición y las grandes empresas del sector integradas en el Ibex. Sus declaraciones contra los coches contaminantes, las nucleares, el diésel y defensa del vehículo eléctrico la han puesto más de una vez en el centro de la polémica.

Amante de la naturaleza, vive en las afueras de Madrid, le gusta la cocina, la música clásica y no le obsesiona su imagen, al margen de unos collares que siempre luce. Dicen que no deseaba esta candidatura, a tenor del incierto resultado, pero nadie osa desobedecer los designios del jefe. Afronta el reto de mantener un buen resultado del PSOE, ganar o, si cabe, empatar con el PP, en unas elecciones cruciales en clave nacional en las que Sánchez, se la juega. O todo o nada.