El chico, de 24 años, ya gana millones de euros, pero ante un grupo de estudiantes adolescentes desnudó sus sentimientos y les espetó. “Lo más importante no es un contrato de miles de euros”. La penitencia de Sandro Tonali incluía varios encuentros con jóvenes para sincerarse sobre una adicción que parece superada tras varios meses de trabajo, también de suspensión para ejercer su profesión. Tonali, jugaba hace poco más de un año en el Milán y en la selección italiana y el Newcastle le fichó tras pagar 60 millones de euros. Poco después se descubrió que estaba enganchado a las apuestas deportivas, una adicción incompatible con su trabajo. La Federación Italiana de Fútbol le aplicó una sanción de diez meses sin jugar al fútbol en los que adquiría el compromiso de tratar su ludopatía y acudir a una serie de charlas en las que debería contar su experiencia. Por eso se plantó el pasado mes de mayo ante los alumnos de un instituto de Bari. Poco antes había acudido a una fábrica. “Allí conocí a gente que trabaja diez horas al día para llevar un salario a casa. Y si cometen un error como el mío toda su familia pagaría las consecuencias. Me considero afortunado. Yo cometí un error y no pagué nada”. En efecto, el Newcastle ha respetado su vínculo con el jugador, que pidió con todo una significativa reducción en su salario (en torno al 90% sobre una ficha que ronda los ocho millones de euros anuales) durante el tiempo que estuviese inoperativo. Cumplida la sanción, está previsto que juegue este miércoles en el partido de Copa de la Liga contra el Nottingham Forest.
