Trabajos para negros

Trabajos para negros

Estados Unidos ya tiene candidatos: una mujer hija de inmigrantes, Kamala Harris, con una identidad caleidoscópica y una biografía singular que refleja las aspiraciones de la mayoría, y, por supuesto, Donald Trump, con su narrativa nativista centrada en la obsesión casi metafísica de la ultraderecha actual, el miedo a la extinción blanca. La de Harris es una historia en contrapunto que defiende la porosidad de las fronteras para mantener un mundo común. La de Trump agita el espantajo de la ruptura de todas las fronteras (género, etnia o nación) para explicar histriónicamente la supuesta decadencia y el caos de Occidente. No es casualidad que la nominación de Kamala Harris coincida con el reciente estallido en el Reino Unido, esos disturbios racistas canalizados falsariamente en forma de pánico a la inmigración desde la plataforma propagandística de Elon Musk. O con el episodio vivido en España a raíz del crimen de Mocejón y el intento de relacionarlo con las personas migrantes. Precisamente por el predominio de esos marcos que vinculan inmigración con caos o delincuencia se entiende menos el circo político montado este verano para reubicar a menores en un país que ha acogido a más de 200.000 refugiados ucranios sin “polémica, aprovechamiento sectario ni escándalo”, como señaló Soledad Gallego-Díaz, añadiendo que esta estampa sólo favorecía a la ultraderecha. ¿Por qué?

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