Tragedia y leyenda del primer faro eléctrico de España

Tragedia y leyenda del primer faro eléctrico de España

La Costa da Morte ocupa el segmento noroeste del litoral gallego, extendiéndose a lo largo de docenas de kilómetros, dentro de los límites de la provincia de A Coruña. Hablamos de un terreno escarpado, irregular, en el que las rocas y el mar libran una batalla de siglos y en el que se encuentran, aquí y allá, playas desiertas, ensenadas y acantilados. Los cabos, como el de Fisterra, Touriñán y Vilán, penetran en un océano bravío y de aguas agitadas.

Entre la Punta do Boi y la Punta da Cagada se encuentra uno de los lugares más aciagos de la Costa da Morte. Un pedacito de océanos que, en su época de esplendor, si es que el esplendor existe en estos casos, sumó ocho naufragios y 245 víctimas. Dramas y tragedias entre las que sobresale una: la del crucero acorazado Serpent.

La noche del 10 de noviembre de 1890, el Serpent, un barco de la Royal Navy británica de 75 metros de eslora y una dotación de 175 hombres, se fue a pique a la altura del cabo Vilán.

El crucero había zarpado del puerto de Plymouth dos días antes con un fuerte temporal, y se dirigía a Sierra Leona vía Madeira. En Galicia, a la altura de la Costa da Morte, sin embargo, derivó demasiado a tierra. Los fuertes vientos, el mar de fondo y la tenue luz del faro hicieron el resto, embarrancando en el lugar que hoy se conoce como el bajo del Serpent, en la costa de Camariñas.

Durante una hora el barco se mantiene a flote allí, encallado, sin escapatoria, azotado por el viento, paralizado por el miedo, imposibilitado para huir. La tripulación lo intenta, pero el mar, más poderoso, rompe todos los cabos, traga todos los botes, y termina por devorar al mismo Serpent, sepultado para siempre entre las olas.

Esa noche perdieron la vida 172 de las 175 personas del pasaje. Las otras tres se salvaron de modo milagroso, logrando alcanzar la Playa de Trece. Dos de ellos, desorientados y exhaustos, fueron encontrados a la mañana siguiente en la Pescadoira.

En los días posteriores, fueron apareciendo los cuerpos sin vida de los otros 172 tripulantes. Los vecinos de Xaviña y Camariñas ayudaron a darles sepultura consagrando el lugar, donde ya estaban enterradas víctimas de otros naufragios.

Hoy este espacio se conoce como el ‘Cementerio de los Ingleses’, una necrópolis que es también un recuerdo para todos los muertos en el mar.

La luz del faro

Pero más allá de la propia realidad de la Costa da Morte, el Serpent naufragó por la falta de señales adecuadas. La escasa luz del Faro Vilán, levantado originalmente en 1854, no fue suficiente para que la tripulación pudiese esquivar la tragedia.

Ésta, sin embargo, sirvió de base para que seis años después de aquel enorme drama, en 1896, se inaugurase en cabo Vilán el primer faro de España que dispuso de energía eléctrica.

De este modo se dotaba a la infraestructura de la energía necesaria para ofrecer una luz capaz de imponerse a la noche y las tormentas, indicando a los marineros, de modo más preciso, la distancia hasta la costa.

La torre actual está construida sobre una plataforma de rocas, tiene veinticinco metros de altura, se eleva algo más de cien sobre el nivel del mar y su potencia de luz alcanza las cuarenta millas marinas (más de setenta kilómetros).

Cabo Vilán es sin duda uno de los lugares más impresionantes de todo el litoral gallego pues está formado por un gran promontorio rocoso que penetra en un mar bravío para concluir luego en un islote (Vilán de Fóra) precedido por el faro.

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