Trastorno Afectivo Estacional: ¿Y si no somos más felices en verano?

Trastorno Afectivo Estacional: ¿Y si no somos más felices en verano?

Las horas de luz solar, las vacaciones, las actividades al aire libre, las reuniones familiares y sociales… son muchas las rutinas propias del verano que provocan cambios emocionales positivos en las personas. De manera general, y a lo largo de la historia, el verano se ha relacionado con la alegría y el positivismo. La época invernal, por su parte, está más asociada con lo que se conoce como Trastorno Afectivo Estacional (TAE), que no es otra cosa que el impacto negativo que producen las condiciones meteorológicas y el cambio de estaciones en la salud mental. Sin embargo, en los últimos tiempos han aparecido más factores que favorecen la relación entre el verano y la ansiedad, depresión o estrés.

Bien es cierto que una mayor exposición a la luz del sol incrementa los niveles de serotonina, lo que mejora el estado de ánimo y reduce los síntomas de depresión estacional. En esta época de calor también es habitual pasar más tiempo al aire libre, realizar un mayor número de actividades o deportes, y destinar buena parte del tiempo de ocio a reuniones sociales, lo que puede reducir la sensación de soledad y ayudar a combatir el estrés y la ansiedad.

Sin embargo, para muchas personas el verano es sinónimo de insomnio, de irritabilidad, de pérdida de control, de estrés, de presión por tener un verano perfecto y divertido… La imagen idealizada de la época estival y las altas expectativas que se generan respecto al buen tiempo pueden derivar en un deterioro de la salud mental.

Desde Unobravo, servicio de psicología, destacan que existe «bastante presión social y cultural para que el verano sea una época de diversión y relajación. Esto, junto con las imágenes idealizadas en redes sociales puede crear expectativas poco realistas, insuficiencia y ansiedad».

Los expertos alertan de la necesidad de normalizar que un gran número de la población puede ver mermada su salud mental en verano, al igual que le ocurre a muchas personas con el invierno, aunque a priori sea esto último más común.

Otro factor que puede incrementar el malestar es la presión social para divertirse y el «miedo a perderse algo» (conocido como FOMO), así como la relación con la imagen corporal, ya que pueden afectar negativamente la autoestima. Además, las largas horas de luz solar y las altas temperaturas influyen en el apetito y el insomnio, dos problemas comunes en muchos trastornos anímicos que se ven agravados durante los meses de verano.

El impacto negativo del verano en las mujeres es quizá mayor que en los hombres, y desde Unobravo se acogen a dos puntos fundamentales para defender tal hipótesis. Por un lado, las vacaciones escolares implican un cambio en la rutina del hogar, que mayoritariamente recae en ellas, lo que supone un aumento de la fatiga y el estrés al crecer las responsabilidades familiares y disminuir el tiempo personal. Por otro, aunque el aumento de actividades al aire libre y el ejercicio físico son beneficiosos para el bienestar emocional y reducen el estrés, la presión social sobre la imagen corporal se intensifica en verano, causando ansiedad y problemas de autoestima. «De hecho, las mujeres se enfrentan a una gran presión para cumplir con ciertos ideales de belleza y apariencia, que se ve agravada en los meses estivales, cuando los estándares aceptados se ven y se viralizan más gracias a los anuncios y las redes sociales», defienden desde el portal psicológico.

Pero, ¿cuáles son los síntomas más habituales que presenta una persona a la que el verano le está haciendo perder salud mental? Estar irritable, ansioso, tener problemas para dormir o comer, sentirse constantemente cansado o evitar actividades sociales de manera recurrente son signos de que algo no está funcionando adecuadamente en relación al ánimo. Reconocerlos y tomar medidas proactivas es fundamental para prevenir episodios de depresión o ansiedad.

Mantener una rutina, evitar comparaciones, generar expectativas alcanzables y personificadas, disminuir el tiempo con el teléfono móvil y seguir el propio ritmo son algunas de las recomendaciones de los expertos para evitar que el verano empeore el ánimo.

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