Tres de cada 10 españoles admiten que su salud mental se ve deteriorada por su situación económica

Tres de cada 10 españoles admiten que su salud mental se ve deteriorada por su situación económica

Aunque, según el Banco de España, la deuda de los hogares se ha reducido en el segundo trimestre hasta situarse en el 45,4% del PIB –una mejora mínima de 3,7 puntos al compararlo con el de hace un año (49,1%)–, todavía existen muchas familias que enfrentan una situación económica inestable e incierta, lo que repercute negativamente en su bienestar psicológico y físico, algo que se refleja en el “Informe Europeo de Pagos de Consumidores” realizado por Intrum.

En este sentido, y según el estudio, tres de cada 10 españoles reconocen que sus preocupaciones financieras y obligaciones de pago han afectado a su salud mental. A pesar de ello, España se sitúa por debajo de la media europea (38%) y es el segundo país con menor incidencia, solo por encima de Países Bajos (29%). Todavía está lejos de otras regiones como Reino Unido (43%), Alemania (33%) o Italia (32%), y aun más de otros territorios como Irlanda o Noruega, donde el porcentaje de ciudadanos que reporta que sus preocupaciones financieras han impactado en su salud mental sube hasta el 58% y 48%, respectivamente.

Además de deteriorar su salud mental, los encuestados admiten que su situación financiera también ha afectado negativamente a sus relaciones personales y vida social, tanto que, debido a la falta de recursos económicos, no pueden participar en todas las actividades sociales que les gustaría, por lo que se sienten aislados y alejados de sus vínculos más cercanos. Un 33% de la población española reconoce haber sufrido situaciones de este tipo, una cifra que, de nuevo, es ligeramente inferior al promedio de respuesta en Europa (36%).

Así afecta a la salud física

El incremento de los precios de bienes y servicios esenciales repercute también en la salud física de los ciudadanos. La subida del IVA en productos como el pan, la leche, los huevos o las frutas, que entró en vigor el pasado 1 de octubre, está provocando que muchos presten menos atención a sus hábitos alimenticios: el 36% de los españoles reconoce “haber comprometido su bienestar físico” por no tener el dinero suficiente para cuidarse, ya sea optando por alimentos más económicos y menos saludables o reduciendo su actividad física.

Sin embargo, los españoles siguen estando dentro del grupo de países que menos ven comprometido este bienestar físico por las finanzas, junto a Alemania (30%), Países Bajos (31%) y Bélgica (33%).

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