Un bosque de museos en Ciudad de México

Un bosque de museos en Ciudad de México

Ciudad
de México, bulliciosa siempre, todo un hormiguero de gentes y autos que dotan
del lugar de una vivacidad inigualable, también caótica, palpitante, mezclando
mil culturas, sobre el suelo de la antigua Tenochtitlan,
la capital del Imperio
mexica previa a la llegada de los españoles y la fundación del Virreinato de la
Nueva España
.

En la descomunal urbe, sin embargo, se
extiende un remanso de paz y aire puro por medio de todo un pulmón natural,
compuesto de
850 hectáreas:
el bosque de Chapultepec, un
lugar de acceso libre que, además, tiene en su interior el aliciente de poder
visitar museos de máximo interés.
De
hecho, estamos ante uno de los países que más museos tiene en el mundo, nada
menos que un total de
1.432 museos, siendo la CDMX el lugar en donde se concentra la mayor
cantidad de ellos con 168 museos,
a destacar en la zona de la que
hablamos, el Museo Nacional de Antropología.

Fundado en 1964, esta institución se ha dedicado a
investigar, conservar y exhibir toda una serie de colecciones arqueológicas y
etnográficas que reflejan la historia del país a partir de su rica herencia
indígena. Los números lo dicen todo: 22 salas y más de 45.000 metros cuadrados
que hacen de este museo el más grande de México. Las piezas que se muestran nos
hablan de
las culturas precolombinas, de los pueblos azteca, maya,
tolteca u otomí.

En el mismo entorno se puede entrar al Museo Nacional de Historia, ubicado
dentro del Castillo de
Chapultepec, una construcción impresionante, el
único castillo real en América, residencia de los virreyes españoles y el
emperador Maximiliano de Habsburgo
y su esposa Carlota (1864-1867). El lugar alberga colecciones de pinturas,
fotografías y objetos, a 2325 metros sobre el nivel del mar, en una estructura
de estilo barroco y neoclásico y cuyo m
useo guarda el pasado de México,
desde la caída de Tenochtitlan hasta la Revolución Mexicana: cuatro siglos de
la historia de México, en definitiva.

Entre
los ocho museos que se puede visitar en el bosque de Chapultepec, a modo de
contraste con estos recintos que difunden la historia de México, podríamos
citar el Museo
Tamayo, que
presenta obras de Rufino Tamayo y otros autores tan famosos como Picasso o
Warhol, y exposiciones de arte contemporáneo internacional, y el Museo de Arte
Moderno, concebido para estudiar y difundir el arte mexicano producido a partir
de la década de 1930.

Así las cosas, en
esta área arbolada, el amante del arte y la naturaleza puede pasar una jornada
gratísima, acercándose asimismo al lago de Chapultepec; es más, el visitante
haría bien en disfrutar de esta vista en la terraza de la librería Porrúa –que
conserva un gran árbol en su interior–, en un espacio que antes era un
embarcadero, y tomar algo y leer un buen libro, mientras en cualquier momento
se ven visitantes dando un paseo en barcas de remos.

Este delicioso
rincón libresco es un verdadero oasis si uno quiere alejarse del efervescente
centro histórico de la ciudad, la llamada
explanada del Zócalo, con su enorme
plaza, la tercera en dimensiones después de la Plaza Roja de Moscú y la Plaza de
Tiananmén, y su portentosa Catedral
Metropolitana, construida
desde 1573 hasta 1813.

Para
redondear la estancia, y ser conscientes de la magnitud de este bosque en medio
de una de las ciudades más populosas de América (oficialmente, Ciudad de México
es una de las 32 entidades federativas de México, y por supuesto la capital del
país, con unos nueve millones de habitantes), nada mejor que subir al piso
séptimo del JW Marriott Hotel Mexico City Polanco. En ese nivel, donde se
encuentra una piscina al aire libre climatizada, al lado del
spa y una zona de fitness, se puede
disfrutar de una vista privilegiada del parque y, justo delante, el Auditorio
Nacional.

Este está considerado uno de los foros
musicales más importantes del mundo, por su modernidad tecnológica y
audiovisual y la calidad y abundancia de sus espectáculos en vivo (h
asta
280 al año). Por poner un par de ejemplos, el celebérrimo Luis Miguel es
el artista con más presentaciones en el Auditorio Nacional: desde 1991 ha
ofrecido 257 conciertos, mientras que otro músico tan renombrado como Armando
Manzanero actuó allí 37 ocasiones.

El citado
hotel constituye otro oasis de bienestar y placer en una ciudad multicultural,
llena de oportunidades de ocio, literatura y artes. Justamente, el lujoso y
sofisticado JW Marriott Hotel Mexico City Polanco es, en su ámbito, el mejor
espejo de semejante realidad sociocultural. Se nota tal cosa en su decoración
exquisita, y su oferta gastronómica y de coctelería.

Es
un gran edificio con más de 300 habitaciones que asegurar el mejor
confort y que tiene una entrada y un vestíbulo de lo más bonito y original
en su diseño arquitectónico. Una vez
dentro, sólo cabe disfrutar de un tiempo gozoso: comiendo en el restaurante

Sendero, presidido por un gran mural, llamado “El Sabio de la Tierra”, del
artista Carlos Segovia, que simboliza la conexión con la tierra mexicana a
partir de su protagonista: un campesino que tiene encima una garza –un ave que habitaba
el territorio actual de Polanco y la antigua Tenochtitlán–, como emblema de la
sabiduría y el vínculo con la naturaleza, además del epazote, ingrediente
fundamental de la gastronomía mexicana, o el chapulín, el insecto que se
relaciona con Chapultepec.

Huelga
decir que la gastronomía mexicana es una de las más variadas que pueden
hallarse en el planeta, y Sendero muestra tal cosa plenamente sobre la base de
platos típicos locales, como los tacos, reformulados con delicioso
experimentalismo. Un festival para el paladar gracias a sus
ceviches,
esquites, sopas, tamales, pozoles.
Hay influencia en su cocina de Perú y
Colombia, de toda Hispanoamérica, más la presencia de carnes como el corte de
arrachera, la planta de
huazontle, las flores de calabaza o los
chiles.

Con
todo, no estaríamos en México, por así decirlo, si no nos atreviéramos a probar
una de sus bebidas más representativas: el mezcal, para lo cual también el JW Marriott
Hotel Mexico City Polanco proporciona una experiencia inmejorable: en su
precioso bar Sala Mezcal Tahona se ofrecen mezcales artesanales de distintas
regiones, como Oaxaca, Durango y Guerrero. El nombre del lugar proviene de la
tahona, una rueda de piedra tirada por una mula o caballo y que se usa para
aplastar las piñas de agave y extraer su jugo con el que hace el mezcal. Se
puede así reservar una experiencia privada en dicha sala en la que aprender
sobre el proceso de elaboración de esta bebida, en qué tierra brota esta
tradición, y sentir, de esta manera, que México se abre al viajero en todos los
sentidos.

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