Un espectáculo de la naturaleza a ocho kilómetros de una de las ciudades más monumentales de España

Un espectáculo de la naturaleza a ocho kilómetros de una de las ciudades más monumentales de España

A menos de diez kilómetros de Granada capital y en el valle del macizo de Sierra Nevada, se encuentra una de las excursiones más agradables y conocidos por los granadinos pero que es menos frecuentada por los visitantes, que tienen en la diversidad de la oferta de una de las ciudades más monumentales de España el motivo principal por el que esta ruta pasa más desapercibida.

Esto ha ido cambiando en los últimos tiempos y cada vez más gente llega desde muy lejos a Monachil para conocer los impresionantes Cahorros, un fenómeno de la naturaleza único e irrepetible que, a diferencia de otros, está adaptado para todas las edades.

Tal y como informa el propio ayuntamiento de Monachil, una de las rutas más recomendadas y aptas para las familias es la que sigue el transcurso del río que da nombre al municipio. La partida de esta ruta se inicia en el propio pueblo de Monachil, ascendiendo por la calle Trinidad Carreras, caminando junto al río hasta llegar, tras la primera curva, a la Fuente del Piojo, en un desvío a nuestra derecha.

Tras una breve subida, nos encontramos con la era Portachuelos, vestigio de un pasado de cultivos de secano, trigo, centeno, espelta, avena e incluso cebada, cereales que cubrieron la mayor parte de estas tierras y que fueron utilizados, entre otras cosas, para hacer pan de diferentes calidades, techos para las chozas, comida para ganado.

Descendemos por un carril entre huertas y cortijos con numerosos frutales que albergan gran diversidad de pequeñas aves; seguimos nuestro camino en dirección Cahorros Altos, para lo cual, tendremos que subir una gran pendiente hasta llegar a las eras de los Renegrales. Las eras han sido siempre estrategicamente construidas en zonas altas, dónde las corrientes de aire ayudaban a aventar la parva, y separar en diferentes montones grano y paja una vez trillado.

Desde aquí obtenemos unas maravillosas vistas del cañón, conformado por unas inmensas paredes de roca caliza, excelentes para la práctica de la escalada.

Nuestro camino continúa por el sendero que discurre por la izquierda y que va adentrándose en el desfiladero, hasta encontrarnos con las ruinas de la casa del guarda de la antigua central eléctrica, tras la cual, llegamos a la base del puente colgante de 63 metros de longitud. Éste, salva el río para dejarnos en el comienzo de la parte más angosta e impresionante del camino. En la parte superior de las paredes, en ocasiones podemos observar cómo éstas sobresalen a modo de cornisas, pudiendo imaginar un tiempo remoto, en que ambos lados estuvieron unidos, formando un gran túnel oradado por el agua y que aún podemos ver al llegar al túnel de las Palomas.

A la salida del cañón, nos encontramos con un paraje más abierto, Las Azuelas, cuyo nombre puede provenir de una herramienta usada para la agricultura desde la prehistoria. También es llamado Cerro de las Uvas, por la abundancia de viñas que hubo tiempo atrás. Aquí nos encontraremos un pequeño puente colgante, así como una caseta perteneciente a la conducción de agua potable para el abastecimiento de la Mancomunidad Río Monachil. Al pie de ésta, existe una pequeña fuente de la que podemos beber. Esta es una zona ideal para descansar, sobre todo cuando se va en grupo, así en fin de semana es fácil encontrarnos con más personas.

Los más solitarios, disfrutarán sin duda reposando en la fuente Las Chorreras, situada a unos minutos de las Azuelas, subiendo por el sendero que discurre paralelamente a la derecha del canal. En ella podremos sentarnos bajo una sombra al pie de la fuente (potable) y junto al río.

El regreso lo realizaremos por un sendero que parte desde la señal que indica el Camino de la Solana, situada entre Las Azuelas y la fuente Las Chorreras. Tras cruzar el río por el Puente de las Chorreras, nuestro caminar irá discurriendo por el margen derecho del río, elevándose hasta culminar en su punto mas alto con la mejor panorámica de Los Cahorros. Continuamos nuestra marcha que discurre por una de las zonas mas agrestes, y que crea un bello contraste al encontrarse con la Acequia de los Habices, estando custodiada en parte de su recorrido, por unos esbeltos álamos. Tras pasar por debajo del Cortijo del Cerrillo, volvemos a encontrarnos con una maravillosa panorámica de las eras de los Renegrales. Al final de esta vereda, tras pasar por la linde de una serie de cultivos, llegamos al Camino de la Solana, que desciende hasta Monachil, pasando antes por la Era Portachuelos.