Un jefe de personal del PSOE llamado Pedro Sánchez

Un jefe de personal del PSOE llamado Pedro Sánchez

Lucas Alamán (1792-1853), historiador y político mexicano, impulsor de la industrialización en aquel país, creía que «sin instrucción no hay libertad» y, por otra parte, que «el espíritu de partido (político) mancha todo aquello que cae bajo su poder o influencia». En la primavera de 2011, en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales, un director general –socialista– de un Gobierno autonómico del PSOE, que perdió el poder en esos comicios, despotricaba en privado contra Zapatero, entonces presidente del Gobierno. «Zapatero no se da cuenta –explicaba muy irritado aquel director general que enseguida dejó de serlo– que lo que hace es jugar con mi trabajo. Intolerable». Lo que había hecho Zapatero, ni más ni menos, era empezar a aplicar las medidas –recortes– a las que le obligaban Bruselas y los mercados para impedir la quiebra económica de España. Aquello incluyó congelación de pensiones, salarios de funcionarios y ajustes en servicios públicos. Los españoles, como era inevitable, lo encajaron mal y propinaron a los socialistas dos derrotas electorales contundentes, primero en las autonómicas y, unos meses después, en unas generales que le dieron la mayoría absoluta a Rajoy. Bastantes socialistas, como ese agobiado director general autonómico, se quedaron sin trabajo, al menos durante un tiempo.

Pedro Sánchez, resistente por encima de todo, sabe que su «aventura» catalana, se llame concierto o como se llame, puede pasarle factura sobre todo en algunas Comunidades Autónomas. Tampoco quiere críticas internas y, por eso ha convocado el 41 Congreso del PSOE para noviembre. Será reelegido, a la búlgara, secretario general y además, él mismo designará a la inmensa mayoría de dirigentes nacionales y regionales de su partido. Busca el poder absoluto en el PSOE y lo obtendrá. De momento, ha retado a los críticos a que den la cara en el Congreso, lo que supondrá, sin duda, su condena. Puede salvarse Emiliano García-Page, por aquello del qué dirán y porque es un corcho político. Nadie más. Otra vez se cumplirá lo que explicaba Stendhal (1783-1842): «En todos los partidos, cuanta más inteligencia tiene un hombre, menos pertenece a su partido». Sánchez, en el PSOE, es el gran y todopoderoso jefe de personal y si ahora una gran mayoría de dirigentes, diputados y senadores le deben sus puestos, a partir de noviembre, serán la práctica totalidad quienes tengan un trabajo gracias a la voluntad sanchista, al que no le importa lo que «manche el espíritu de partido», como advertía Lucas Alamán.

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