Una decena de municipios catalanes contarán con aulas de acogida aceleradas para reducir el abandono de adolescentes inmigrantes

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Ser adolescente y cambiar de país y de escuela no es nada fácil. Rena, de origen siriana y refugiada en el Líbano, lo sabe muy bien. Llegó a Barcelona hace un año, con 12 años. En su nuevo instituto, se estampó. “Cuando llegué no entendía nada, estaba en un aula ordinaria sin entender ni la lengua ni las normas del instituto ni nada. Y los profesores no podían estar por mí, tenían 30 alumnos más. Fue fatal”. Rena ha tenido que repetir curso, pero no desfalleció, sacó su espíritu luchador y decidió que debía esforzarse para entender el idioma y poder seguir las clases. Dedicó el verano a aprender catalán con una aplicación. “A mí me gusta estudiar, pero estaba muy triste porque nadie me ayudaba y con la aplicación me fue muy bien”, relata.

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