Una isla de playas caribeñas a la que se llega por el primer puente sin juntas de dilatación del mundo

Una isla de playas caribeñas a la que se llega por el primer puente sin juntas de dilatación del mundo

A vista de pájaro, a Illa de Arousa (Pontevedra) es una especie de revolver protegido por la tranquilidad que da su ría, la más extensa de Galicia. A un lado descansan Ribeira, Boiro y A Pobra do Caramiñal, en la provincia de A Coruña; al otro, o Grove, Cambados y Vilagarcía, en Pontevedra; y en el medio, el islote de siete kilómetros cuadrados de tierra, reserva natural y playas en donde viven unos 5.000 habitantes.

Este pedacito de Galicia se encuentra hoy comunicado con el resto con un puente de casi 2.000 metros de extensión. Una obra de ingeniera que supuso el fin de décadas de reclamación para una parte importante de los vecinos que demandaba esta infraestructura para poder unirse con el mundo.

Hasta tal punto que, bajo el lema “a chave para 6.000 presos” (la llave para 6.000 presos), en julio de 1979 se celebró una fiesta gastronómica en A Illa conocida como ‘A Festa Pro Ponte’ con la que se buscaba presionar a la administración al provocar esa jornada el traslado de una multitud de personas para disfrutar del evento.

Tres años más tarde se iniciaría por fin la construcción de un puente que, entre otros motivos, ha pasado a la historia por ser el primero en el mundo realizado sin juntas de dilatación.

Las juntas son esos pequeños espacios que se dejan sin cerrar en el piso de los puentes para permitir, con el cambio de temperaturas, la dilatación y la contracción de los materiales constructivos.

En el puente de A Illa se experimentó con éxito esta infraestructura, más costosa, pero con la ventaja de eliminar los saltos y el ruido propios que ocasionarían las juntas al rodar por encima de ellas.

Para su desarrollo fueron necesarios 2.000 metros de pilotes para las bases, 1.300 toneladas de acero para armar, 21.000 metros cúbicos de hormigón y 500.000 kilos de acero para pretensar. Una amalgama que vio la luz en 1985, convirtiéndose también en el puente más largo de Galicia y en uno de los más extensos de España en ese momento.

Esta obra de ingeniería supuso un cambio radical en la vida de los vecinos y, también, de los visitantes. Hoy A Illa es un destino turístico redescubierto por miles de gallegos y de turistas que buscan en la tranquilidad de su tierra una experiencia única, capaz de entrelazar la belleza de sus playas con la vida cotidiana del rural gallego.

Porque A Illa, al tiempo que ofrece una postal más propia del Caribe, de enclaves turísticos sobredimensionados y multitudinarios, esconde entre sus calles el sosiego de la vida del campo, el silencio que aleja el estrés de la modernidad, la sencillez bien entendida.

Reserva Natural

La Unión Europea la declaró Reserva Natural gracias a sus 36 kilómetros de costa, de los que once son de playas.

A lo largo de su litoral se esconden distintas zonas protegidas que sirven de morada de paso muchas especies, como el Espacio Natural del Carreirón, el pequeño pulmón del municipio, la zona de la Arena de la Secada con la duna móvil mirando hacia la costa o los Islotes de Xidoiros Areoso y Pedregoso, un gran arenal que hacen parecer un oasis en medio del Atlántico.

Espacios a los que suman decenas de pequeñas calas y playas de arena fina donde el mar, la lluvia y el viento producen vistosas formas en las rocas.

A Illa suma más de ochenta playas y calas de aguas cristalinas, tales como Area da Secada, Sualaxe, O Bao, Camaxe, Conserrado, Salinas, Xastelas, Lameira, Espiños, o Espiñeiro.

Recursos turísticos

Una belleza natural que es parte del encanto de esta isla donde, la obra del hombre, ha conferido también otros atractivos.

El Faro de Punta Cabalo, construido en 1852 sobre un conjunto de rocas graníticas y rodeado de pequeñas y tranquilas calas, permite disfrutar de excelentes vistas de la Ría de Arousa y la cercana Costa do Barbanza con el monte de A Curota en su horizonte.

Estampa que se mejora desde el Mirador Con do Formo, que a 63 metros de altura se configura como el punto más alto del municipio. Desde ahí puede contemplarse una panorámica de toda la Isla, el puente y los ayuntamientos colindantes: Vilagarcía de Arousa, Vilanova de Arousa, Cambados y O Grove. Además, por la parte de atrás, desde el Mirador Con da Grañeira, se aprecia una vista diferente de la Sierra del Barbanza.

Abajo, de vuelta al mar y a la ría, se localiza el puerto de O Xufre, la dársena pesquera más importante de la isla, dedica especialmente a la captura de navajas, pulpo, almejas, camarón o nécora.

Gastronomía

Porque la gastronomía de la Illa de Arousa es otro de sus grandes atractivos. Los mariscos y pescados frescos son protagonistas indiscutibles. Sus restaurantes y tabernas de ofrecen una amplia variedad de platos que resaltan la calidad y frescura de los productos locales.

Entre los platos más destacados se encuentran las almejas a la marinera, el pulpo a la gallega, y los mejillones al vapor, todos ellos acompañados por excelentes vinos de la región, como el Albariño.

De este modo, A Illa se configura como un destino que ofrece una mezcla perfecta de naturaleza, cultura y tranquilidad. Un lugar ideal para desconectar del bullicio de la vida diaria, disfrutar de la buena comida y sumergirse en un entorno natural único. Ya sea paseando por sus playas, explorando el Parque Natural de Carreirón, o simplemente disfrutando de una cena con vistas al mar, A Illa de Arousa promete una experiencia inolvidable.

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