Vall d’Hebron abre camino en la cirugía robótica urológica en pacientes pediátricos

Vall  d’Hebron abre camino en la cirugía robótica urológica en pacientes pediátricos

El verano pasado, Ian se encontraba de vacaciones con su padre en la selva amazónica argentina cuando empezó a sentir un fuerte dolor en la zona inferior de la espalda, que a continuación se expandió hacia el abdomen y, con el paso de los minutos, fue aumentando de intensidad hasta tal punto que, finalmente, padre e hijo acudieron a un centro médico, donde le administraron calmantes y les derivaron a un hospital.

Fue entonces cuando les comunicaron que Ian sufría un cólico nefrítico como resultado de una estenosis de la unión pieloureteral, es decir, una obstrucción del flujo de orina desde el riñón hasta la vejiga por una malformación congénita. En su caso, Ian tenía la parte que une el riñón con el uréter, que es el conducto que lleva la orina a la vejiga, muy estrecha, lo que le provocaba crisis de dolor. El niño debía ser operado con urgencia porque, de otro modo, ese riñón podría sufrir en exceso por la acumulación de orina hasta perder su funcionalidad.

Así las cosas, Ian viajó de vuelta a Barcelona para ser intervenido. El niño se sometió a una cirugía por laparoscopia, tras la cual estuvo una semana para recuperarse y tuvo que llevar tres sondas durante algún tiempo, sin embargo, surgieron complicaciones postoperatorias. “Pasaron varias cosas tras la operación y además se le volvieron a juntar los tejidos”, explica su madre, Laia, razón por la cual Ian debía pasar de nuevo por quirófano. “Llegados a este punto, valoramos cuál era la mejor opción y en Vall d’Hebron nos hablaron de la posibilidad de recurrir a la cirugía robótica”, recuerda la madre.

El robot, la mejor opción

Al respecto, cabe señalar que este hospital lleva 15 años realizando operaciones urológicas a pacientes pediátricos con el robot Da Vinci, tiempo durante el cual ha sumado ya 125 intervenciones de estas características, por lo que acumula suficiente experiencia y conocimiento acerca de esta técnica como para haber ampliado las indicaciones de la misma a intervenciones más complejas, como era la de Ian.

“Se trataba de una reintervención, lo que quiere decir que la zona estaba inflamada y con muchas cicatrices, y a un paciente pediátrico, con un área quirúrgica pequeña”, por lo que en este caso la cirugía robótica se presentaba como la mejor opción, puesto que “posibilita hacer movimientos más finos y precisos y, además, permite magnificar la imagen por diez”, explica la doctora Glòria Royo, adjunta de Urología Pediátrica y Trasplante Renal de Vall d’Hebron.

Y es que, pese a que habitualmente la técnica quirúrgica más usada para las operaciones urológicas de pacientes pediátricos es la laparoscopia, cuando se trata de intervenciones complejas de niños y adolescentes entre los 24 meses y los 16 años, el robot suele presentarse como la mejor opción, puesto que éste ofrece un mayor rango de movimientos ya que sus dos brazos pueden girar 360º, así como más precisión porque éstos pueden trabajar en espacios muy reducidos y eliminan los temblores o movimientos involuntarios del cirujano, e incisiones mínimas, de apenas 8 milímetros. Además, el robot cuenta con una cámara que ofrece una visión en tres dimensiones con un nivel de realidad aumentado hasta 10 veces y se introduce en el interior del paciente a través del ombligo, por lo que no deja cicatriz.

Se amplían sus indicaciones

Por todo ello, la cirugía robótica presenta muchas ventajas respecto a la cirugía tradicional, que al ser esta última mucho más invasiva tiene un postoperatorio más largo y con más dolor, y la laparoscópica, que no es tan precisa. Sin embargo, a día de hoy la primera opción es la laparoscopia, porque, como indica la doctora, “la cirugía robótica es cara, por lo que antes de recurrir a ella hemos de valorar el beneficio/riesgo y ver si vale la pena llevar a cabo todo el despliegue que ésta implica”. Lo que está claro es que la cirugía robótica está sustituyendo progresivamente a la cirugía abierta, puesto que ésta está indicada para casos complejos, en los que la laparoscópica no resulta eficaz. Sin embargo, en pacientes menores de 24 meses no es opción, ya que como indica Royo, “no está justificada, porque con la cirugía robótica hay que hacer incisiones de 8 milímetros, lo que en niños tan pequeños es demasiado, mientras que con la laparoscopia las incisiones son de 3 milímetros”.

Centro referente y formador

En cualquier caso, para Ian, de 10 años, el robot era la mejor opción y prueba de ello es que, tras esta segunda intervención, el niño tan solo necesitó un par de días de postoperatorio para retomar su vida normal, mientras que en la primer necesitó una semana y además tuvo que hacer frente a diversas complicaciones. Ahora, Ian ya no sufre ningún tipo de dolor, ha recuperado su vida y sigue con sus clases de natación y, de hecho, está a la espera de los resultados de una última prueba para tener vía libre para viajar este verano a Los Ángeles, pese a que el alta no la tendrá hasta la adolescencia, cuando su crecimiento y desarrollo ya se habrán frenado y entonces la doctora podrá comprobar de forma definitiva que todo sigue en orden.

De esta manera, se ha convertido en uno de los últimos pacientes intervenidos en el marco del programa de cirugía robótica urológica para pacientes pediátricos de Vall d’Hebron, el único a nivel español. Desde 2009, el centro acumula 125 operaciones urológicas asistidas por robot, la mayoría pieloplástias, como la de Ian, y el 20% restante son cirugías del tracto urinario inferior, sobre todo en niños con una vejiga urinaria alterada que precisan derivaciones urinarias continentes. Gracias a esta experiencia, Vall d’Herbon es centro de referencia y formador de profesionales de otros centros que quieran aprender la técnica para operar con el Da Vinci malformaciones del sistema urinario de niños y adolescentes.