Venezuela está de vuelta: cómo garantizar la seguridad energética en tiempos de guerra

Venezuela está de vuelta: cómo garantizar la seguridad energética en tiempos de guerra

La volatilidad a la que está sometido el orden mundial actual con dos conflictos simultáneos en Europa y en Oriente Medio que han afectado a los precios de la energía y a las cadenas de suministro han hecho que los inversores internacionales posen sus miradas sobre Venezuela como un país periférico capaz de contribuir a la estabilización y la prosperidad en beneficio de la economía global. Inversores y compañías energéticas entre otros, participaron este 10 de junio en el ciclo de conferencias titulado: “Gobernanza, deuda, seguridad energética: Venezuela y la Región del Caribe” en el prestigioso Royal Automobile Club, en Pall Mall, a escasa distancia de Palacio de Buckingham. Un encuentro organizado por Dentons Europe LLP y The Ambassador Partnership LLP al que asistieron entre otros, Félix Plasencia, Embajador de Venezuela en Reino Unido. Este evento, impensable en la última década debido al aislamiento internacional desde 2017, es un claro mensaje de que se está produciendo un cambio en el escenario internacional.

En la apertura se preguntaron si en medio de este tiempo acelerado y extraordinario que nos ha tocado vivir puede lograrse un entendimiento. En el calendario destaca una fecha clave, el 28 de julio, en el que se celebrarán las elecciones a la Presidencia de Venezuela. El deseo generalizado es que las elecciones sean un faro de paz para los venezolanos en lugar de un obstáculo para superar los problemas. Existe un consenso sobre el hecho de que la concentración de la producción de petróleo agrava la inestabilidad y que la seguridad energética es clave para la tranquilidad geopolítica. Venezuela puede jugar un papel determinante en este momento, pero para eso, tiene algunos deberes por delante. Las sanciones financieras estadounidenses se levantaron parcialmente durante las negociaciones entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana que culminaron en los Acuerdos de Barbados en 2023. Las empresas petroleras que entraron a raíz de esta relajación de las restricciones quieren seguir operando, pero para ello necesitan certidumbre sobre la situación política.

En el conflicto abierto entre el gobierno y la oposición la sensación en el sector energético es que el pulso ha llegado a un punto muerto y que deben conseguir algún tipo de acuerdo para seguir avanzando. Las dos partes son responsables sobre la situación actual. La deriva económica y política se arrastra desde hace una década y se ha agravado con las sanciones financieras occidentales que respaldó la oposición venezolana. La población es quien más ha sufrido las consecuencias.

Pero en este momento de inestabilidad internacional, Venezuela puede desempeñar un papel geoestratégico de altura pues se trata del país con mayores reservas de petróleo del mundo. Pese al cambio de paradigma y el impulso de la transición ecológica, la convicción es que el petróleo va a seguir siendo fundamental para el desarrollo de la economía global. El gobierno venezolano debe invertir en infraestructuras públicas, educar a la población e invertir en instrumentos internacionales. La sensación es que Venezuela tiene que conseguir el apoyo de Estados Unidos para superar este impasse. Lo que le diferencia Venezuela de otros países de la región en bancarrota es que Caracas tiene recursos de sobra para pagar sus deudas. China ha explorado el canje de petróleo por deuda. Un modelo que podría ponerse en práctica con los organismos internacionales y los inversores privados.

Las empresas energéticas que participaron en la conferencia mostraron su optimismo con Venezuela pues este produjo 820.000 barriles de petróleo por día (BBL/d) en febrero, según fuentes secundarias de la OPEP. Esta es una de las cifras más altas desde enero de 2019 y que coincide con el alivio de sanciones financieras de noviembre de 2022. Desde entonces, varias compañías han incrementado la producción y reanudado exportaciones. El objetivo a medio y largo plazo es acelerar la producción de barriles hasta alcanzar los máximos de 1,6 millones de barriles al día. Los acuerdos de PDVSA y Curazao están en la línea de aumentar la producción de petróleo, pero también explorar otros productos especiales como nafta y asfalto. No se descarta tampoco la creación de parques eólicos en el mar con molinos flotantes, convirtiéndose en hidrógeno verde.

Para los participantes la reestructuración de la deuda es prioritaria y creen que es posible si existe la voluntad política. Menos consenso hay sobre la posibilidad de un rescate por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cualquier intervención del organismo internacional debe pasar por un reconocimiento de las autoridades venezolanas. Para ello se vuelve a incidir en las elecciones del 28 de julio que deben no solo seguir un proceso democrático, sino también ser percibidas como legítimas, evitando así que el respeto por la democracia sea objeto de cuestionamientos por parte de la comunidad internacional. La conclusión es que los actores dispuestos a proporcionar este capital son fondos con sede en EE UU y Reino Unido. Pero las sanciones financieras son un problema que aleja este compromiso. Venezuela, en consecuencia, está de vuelta en la escena internacional y se encuentra en un momento crucial en el que tiene que trabajar para ganar la confianza y aprovechar la oportunidad geopolítica actual para ser uno de los garantes de la seguridad energética mundial.