¿Viajas este verano? No dejes que escaneen tu cara en el aeropuerto

¿Viajas este verano? No dejes que escaneen tu cara en el aeropuerto

La escena es relativamente nueva, pero cada vez más habitual:
llegas de un vuelo internacional y junto a la identificación con el pasaporte,
te instan a mirar una cámara
que escanea
nuestro rostro y almacena la información
biométrica
. El problema no solo es qué hacen con estos datos, sino cuánto
tiempo los guardan. Y cuan seguro es. ¿El problema? La mayoría no sabemos que
podemos negarnos a esto.

Resulta que negarse es factible, dependiendo del caso
obviamente. Si viajas a Estados Unidos, por ejemplo, puedes negarte si tienes
pasaporte estadounidense, si eres menor de 12 o mayor de 79 años, si eres tripulante de vuelo, funcionario de un gobierno
o tienes ciertos tipos de visas según
un documento
de la Administración de Seguridad del Transporte (TSA).

De hecho, este organismo registró casi un mes atrás, el 23 de
junio, casi
3 millones
de personas examinadas en los aeropuertos del país. Mientras que,
en la UE, en marzo llegaron a Europa
46 millones de turistas
internacionales, es decir, de fuera de la UE. No se
cuentan aquellos que realizaron vuelos internos, aunque tengan pasaporte de otros
países no miembros.

En Estados Unidos, más de 230 aeropuertos
están probando actualmente la tecnología de reconocimiento facial. El objetivo
de la TSA es implementar la tecnología en los más de 430 aeropuertos. Mientras que
en Europa ya son
11 países
los que utilizan esta tecnología. De hecho, algunos miembros del
Parlamento Europeo realizaron un estudio en
el que se advierte que “parece haber poca comprensión sobre las formas en que
se podría aplicar esta tecnología y el impacto potencial de una gama tan amplia
de aplicaciones sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos europeos”.

Esto no debería sorprendernos teniendo en cuenta que existen
riesgos conocidos con esta tecnología, desde la posibilidad de que sus datos
faciales sean robados hasta la posibilidad de que lo identifiquen erróneamente
como un sospechoso criminal y no se trata de escenarios hipotéticos: ya se han
producido estos errores. Y luego, por supuesto, está el sesgo de la IA: se sabe
que la tecnología de reconocimiento facial identifica erróneamente de manera
desproporcionada a las personas de color.

A esto hay que sumarle que la información se guarda durante
mucho tiempo. Por ejemplo, en Estados Unidos, según documentos
de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), “las imágenes faciales
de los viajeros no ciudadanos se conservan durante 75 años en apoyo de las
actividades de inmigración, gestión de fronteras y aplicación de la ley”. Es
decir, lo más probable que sea durante toda tu vida. Y más. A eso hay que sumarle que la CBP señala que “puede
compartir información con autoridades federales, estatales y locales, que
pueden estar autorizadas a utilizar la información para fines que van más allá
del alcance de la misión de la CBP”. ¿Cuál es esta misión? Obviamente no se
especifica.
En cuanto a España, de acuerdo
con AENA,
la información se almacena durante un año máximo. También
aseguran que los datos biométricos no se comparten con nadie, más allá de la
aerolínea y las autoridades.

“Cada vez más operadores de aeropuertos y compañías aéreas de
todo el mundo están poniendo a prueba sistemas de reconocimiento facial que
permiten a los pasajeros pasar más fácilmente por los distintos puntos de
control – concluye Anu Talus, director del Centro Europeo de Protección de
Datos (CEPD)-. Es importante ser consciente de que los datos biométricos son
particularmente sensibles y que su procesamiento puede generar riesgos
importantes. La tecnología de reconocimiento facial puede dar lugar a falsos
negativos, sesgos y discriminación. El uso indebido de datos biométricos
también puede tener graves consecuencias, como el fraude de identidad o la
suplantación de identidad. Por lo tanto, instamos a las compañías aéreas y a
los operadores de aeropuertos a que opten por formas menos intrusivas, cuando
sea posible. En opinión del CEPD, los individuos deberían tener el máximo
control sobre sus propios datos biométricos”.

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