Votar en conciencia

Votar en conciencia

Por fin, un socialista va a votar en conciencia. ¡Albricias! Desterrado al grupo mixto del Congreso por el «caso Koldo» y apaleado por Pedro Sánchez, del que había sido fiel servidor, José Luis Ábalos ha dicho ¡basta! El agraviado proclama su inocencia y deja ver sus intenciones. La amenaza parece que va en serio. Su sucesor en el Ministerio de Transportes, el combativo y atolondrado Óscar Puente, le ha dejado al pie de los caballos. Ahora se van a enterar en La Moncloa. Ábalos está en el secreto de los episodios más oscuros del mandato de Sánchez desde sus orígenes. Y anuncia que su paciencia y su caballerosidad con el presidente y con el partido se acaban. Habrá que estar atentos.

Por lo que deja entrever el antiguo secretario de Organización del PSOE, hasta ahora no ha votado en conciencia. O, cuando menos, ha habido ocasiones en que no estaba de acuerdo con lo que ha votado. Se supone que les pasa lo mismo a la mayor parte de los diputados socialistas. O sea que para ellos la conciencia vale poco. Será, como dicen, que era verde y se la comió un burro. Así, en política, la ética tiene mucha menos importancia que la disciplina de voto o espíritu de tribu. Los moralistas aseguran que comportarse contra la propia conciencia es una inmoralidad. Para los espíritus religiosos, un pecado. ¡Qué más da! La falta de ética política del grupo parlamentario socialista, sometido a la voluntad del líder supremo, en su propio beneficio, explica, aunque se disfrace de caballerosidad, la degradación de la vida democrática que sufre España.

Es, pues, una noticia esperanzadora que, en este comienzo de curso, haya un socialista, tan relevante como Ábalos, que piensa votar en conciencia a partir de ahora, aunque no sea por estrictos motivos éticos. Bastaría con que un puñado de diputados socialistas tuvieran la valentía de seguir su ejemplo e impedir así con sus votos, en conciencia, que prosperen las escandalosas concesiones a Cataluña y otros desaguisados parecidos. Sería la manera de acabar de una vez con el actual desgobierno. Es humanamente comprensible que, entre el dinero y la conciencia, casi todos se queden con el dinero. Hay que estar tan desesperado, y tener tantos argumentos en la cartera, como Ábalos, para atreverse a echar un pulso a Pedro Sánchez. El momento político no favorece al sanchismo. El tejido de la investidura se deshilacha por la izquierda. Abandonan Junts y Coalición Canaria. Los Presupuestos están en el aire. La deuda amenaza ruina. La inmigración está descontrolada.

Veremos en qué acaba esto.

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