Warren ama a Super Mario

Warren ama a Super Mario

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también tiene puestas todas sus complacencias en el reciente informe presentado por Mario Draghi. Tituló El País: «Sánchez apoya el plan de Draghi y apuesta por los eurobonos». The Economist –que no admira a Warren, como revela su último número– reprochó al expresidente del BCE el haber presentado muchas recomendaciones, dejándoles así a los políticos que elijan. Eso hizo Warren, aferrándose a la mutualización de la deuda, que le permite gastar más y abaratar el coste del endeudamiento, que caería porque los otros países de Europa compartirían la garantía.

Warren secundó lo malo de Draghi, en particular su idea de que la solución es aumentar el gasto, como si eso mágicamente hiciera lo propio con el crecimiento. La magia de nuestro presidente es pura propaganda, y así se pudo leer que «apuesta por la inversión pública y la intervención en mercados que no funcionan bien», como el de la energía, para mejorarlos, en contraposición con el «dogma neoliberal» que, según desbarró, fracasó en la anterior década, en la Europa de la supuesta austeridad. Pretende convertirse «en un referente de que las políticas socialdemócratas son más exitosas económicamente. En su opinión, lo prueban los datos de España». Un camelo, señora.

Eludió Warren el diagnóstico de Super Mario, desde el estancamiento europeo y la brecha creciente de productividad con respecto a Estados Unidos, pasando por el intervencionismo, las regulaciones, etc. En cambio, se aferró a la desatinada tesis de que Europa necesita un Plan Marshall.

Con razón apuntó el profesor Benito Arruñada que ese absurdo continuismo, análogo al del programa Next Generation, jamás logrará que aumente la productividad y el dinamismo empresarial europeo: seguiremos siendo mucho más capaces de perseguir a Google, Amazon, Apple o Microsoft que de crear las condiciones para que empresas parecidas surjan a este lado del mar. No es el camino correcto insistir en la política industrial, y «comprar la falacia del Estado emprendedor de Mazzucato», la economista socialista italiana, darling del pensamiento único. «Draghi impone más impuestos al recomendar mucho más gasto y emisión de deuda mutualizada, para que la irresponsabilidad fiscal se dispare todavía más».

Por eso le gusta a Warren. Sin olvidar de que en el campo monetario «el balance del BCE es casi el doble con respecto al PIB que el de la Reserva Federal».

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