Ya no tenemos portero, ¿qué hacemos con su casa?

Ya no tenemos portero, ¿qué hacemos con su casa?

El futuro de las viviendas que ocupan las porterías pende de un hilo. Para una parte del sector inmobiliario se extinguirán por completo —ya hay quienes cifran en 10 años su total clausura—. Otra parte, muy al contrario, les augura larga vida. Andrés Contreras, portero de una finca del barrio de Chamberí, en Madrid, se considera privilegiado “por haber tenido una buena portería”. Tras su jubilación, su casa se cerrará: “Me sustituirá un conserje” que no vivirá en el edificio. En Madrid, donde subsisten 15.000 porterías, según fuentes del sector, hay movimiento en torno a este futuro incierto. Están las viviendas que resisten, las que se alquilan o venden o las que ya se han convertido en oficinas. La última moda: parcelarlas en trasteros. En Barcelona, la cosa cambia. De las 3.500 que había en los años noventa han desaparecido el 75%. “La mayoría permanecen cerradas a cal y canto con la que está cayendo”, se lamenta la presidenta de la Asociación Sindical de Empleados de Fincas Urbanas de Barcelona y provincia, Margarita Blanch.

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