El presidente chino, Xi Jinping, ha sido recibido como una estrella en Serbia: con las calles de Belgrado empapeladas de banderas rojas y una multitud congregada junto al Palacio de Serbia, la sede del Gobierno, que ha aplaudido esta mañana (hora local) al mandatario chino y a su homólogo serbio, Aleksandar Vucic, cuando han salido juntos a saludar. Xi arranca así, con una alfombra roja a su paso, la cara B de su gira europea, un periplo sin rifirrafes comerciales ni tensiones por la invasión de Ucrania orquestada por su “viejo amigo” —así suele llamarle— Vladímir Putin. El líder asiático aterrizó el martes por la noche en Belgrado, tras despedirse de Emmanuel Macron con un abrazo a los pies de los Pirineos, un gesto de cercanía a pesar de las disputas y la distancia con el galo, y con la UE en general.