Arte contemporáneo en el donut de hormigón: el Hirshhorn cumple 50 años

Arte contemporáneo en el donut de hormigón: el Hirshhorn cumple 50 años

Dos estilos arquitectónicos han servido tradicionalmente a Washington para hablar el lenguaje del poder, tal vez el único que la capital entiende. Por un lado, está el neoclasicismo, de la Casa Blanca al Capitolio, con su pulcra fe en los ideales de la democracia. Por el otro, el brutalismo, sombrío, barato y versátil, sirvió al Gobierno estadounidense a mediados del siglo XX para albergar a una Administración en pleno crecimiento y para proyectar la imagen de su dominio sobre el mundo libre. Está el metro y está la sede de pesadilla del FBI. Hay edificios de apartamentos, embajadas y el magistral Departamento de Vivienda de Marcel Breuer, así como un museo redondo, el Hirshhorn, cuya inauguración hace justo medio siglo logró, en una ciudad acostumbrada al desacuerdo, poner a casi todos en su contra.

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