Biniam Girmay se impone en Turín, primer africano negro que gana una etapa del Tour de Francia

Biniam Girmay se impone en Turín, primer africano negro que gana una etapa del Tour de Francia

Pobre Cavendish con su bici orgullo, arcoiris en las bocamangas, arcoíris psicodélico en el cuadro, y la mala idea del cámara en moto que no le desencuadra ni un segundo, y le exaspera porque no puede agarrarse tranquilo al coche de su Astana hasta que no lo haya espantado y retornar si sudar al pelotón después de cambiar las ruedas y aprovisionarse de combustible, chocolatinas para el bolsillo. Desinhibido y fantasista, como Raffaele di Paco, el sprinter robacorazones de los años 30, que se reía cuando su director, Everardo Pavesi, l’Avocatt, le amonestaba en dialecto — “Ricurdeve che se vurì andà fort bisogna ciulà no” (recuerda que si quieres andar fuerte, mujeres no) –, y medio toscano también. Por él, medio inglés de Man, por su deseo obsesivo de romper el empate a 34 victorias de etapa con Eddy Merckx, récord absoluto del Tour, que le atormenta desde hace tres años, la carrera traiciona a Fausto Coppi y recorre su Piamonte más plano, sin Langhe ni asperezas, sin cuestas, ninguna de las montañas que hicieron a Coppi campionissimo, hasta Turín por la llanura padana; por él, por Cavendish, que tiene ya 39 años y no habla de retirarse, el Astana del maquinador Vinokúrov llega al Tour con una sola misión, que nunca esté solo, que si se queda en las primeras montañas, que todo el equipo se quede con él, que le sequen el sudor, que los coches estén a su lado, que no sufra. Todos pierden tiempo. El Astana se hunde. Y Cavendish no flota.

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