Carles Puigdemont, el órdago del mesías del “procés”

Carles Puigdemont, el órdago del mesías del “procés”

O todo o nada. El ex presidente fugitivo Carles Puigdemont tiene la sartén por el mango para hacer caer a Pedro Sánchez y reventar su legislatura. Sabedor del poder decisivo de sus siete escaños en el Congreso ha diseñado una campaña a cara de perro contra el socialista Illa y ha avisado de que si él no es elegido presidente de La Generalitat acabará con el «sanchismo». El único candidato fuera de Cataluña, con unos actos muy bien orquestados en el sur de Francia, y delegando los debates en Turull y Rull, sus dos fieles «halcones», el prófugo de Waterloo presume de «tener bien cogido al Estado». El líder de JuntsXCat acapara todo el protagonismo del mundo independentista y ha sabido capitalizar su voto emocional con un rearme de su partido, que hace meses estaba sumido en una profunda crisis. De un plumazo «El Puchi» se ha erigido en el mayor chantajista del «sanchismo» y pulverizado a su mayor enemigo, Esquerra Republicana. «O soy president o cae el Estado español», amenaza el fugitivo, que se presenta como el icono del separatismo, el auténtico «Mesías del procés», frente a una ERC que define como el «siervo sumiso» en Madrid de Sánchez. Las encuestas otorgan una fuerte remontada a este personaje de carácter complicado que no acabó sus estudios de periodismo ni filología catalana. Puigdemont, nacido en el pueblo gerundense de Amer, estudió en el internado del Collell y sus compañeros de entonces le recuerdan como un chico desconfiado, bastante raro, obsesionado con la nigromancia y temas de magia. En las fiestas de fin de curso le gustaba disfrazarse de brujo, jugar a las adivinanzas y emular a guerrilleros de «comics». Nieto, hijo y hermano de pasteleros, «El Puchi» siempre fue un independentista nato, militó en las Juventudes de Convergencia y llegó a la Alcaldía de su ciudad. Cuando fue elegido presidente de La Generalitat en enero de 2016, gracias al apoyo de los radicales de la CUP, nunca quiso pernoctar en La Casa dels Canonges, residencia oficial de los mandatarios catalanes, y recorría a diario los más de cien kilómetros que separan el Palau de San Jaume de su casa de siempre, ubicada en la urbanización Alta Girona, que adquirió cuando era regidor la ciudad. El duelo final se dirime entre él y Salvador Illa, pero en su entorno aseguran que o llega a La Generalitat o se carga a Pedro Sánchez.

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