«Ciudad de Dios», ciudad sin Dios

«Ciudad de Dios», ciudad sin Dios

Veinte años después de que «Ciudad de Dios» revolucionara el cine brasileño y se convirtiera en una referencia mundial, la historia regresa para mostrarnos que la violencia en la favela nunca terminó. Con «Ciudad de Dios: La lucha sigue», Max nos ofrece una secuela que no solo revive a los personajes que marcaron a una generación, sino que también introduce nuevos rostros y conflictos que reflejan la realidad cruda y vibrante de Río de Janeiro.

Ambientada a principios de los años 2000, la trama nos transporta dos décadas después de los eventos de la película original, en una Ciudad de Dios que sigue siendo un hervidero de violencia, pobreza y tensiones sociales. El personaje central sigue siendo Wilson Rodrigues, mejor conocido como Buscapé (Alexandre Rodrigues), quien, aunque ha dejado atrás la favela, no ha podido cortar sus lazos con ella. Ahora convertido en un fotoperiodista de renombre que vive en Copacabana, Buscapé continúa capturando con su cámara la dura realidad de la favela, a la que regresa con frecuencia por su trabajo y por los vínculos que mantiene con su madre y su hija, quienes aún viven allí. Sin embargo, su relación con su hija es complicada y distante, lo que añade un toque de drama personal a su historia.

La serie abre con una escena que no deja lugar a dudas sobre el tono que seguirá: el afilado de un cuchillo mientras la cámara sobrevuela la favela, preparando al espectador para la inevitable violencia que está por venir rozando lo gore. Desde el primer momento, queda claro que, aunque han pasado los años, la dinámica en Ciudad de Dios sigue siendo la misma: un juego constante de poder entre bandas criminales, la milicia y un gobierno que está lejos de ser justo o eficiente.

Uno de los personajes clave en esta nueva entrega es Barbantinho (Edson Oliveira), amigo de Buscapé desde la infancia, quien ha encontrado un propósito en la Asociación de Vecinos de Ciudad de Dios. Ahora, busca mejorar las condiciones de vida en la favela y, con la ayuda de Cinthia (Sabrina Rosa) y Berenice (Roberta Rodrigues), planea postularse para un puesto en el concejo, con la esperanza de generar un cambio real. Barbantinho es un personaje querido en la comunidad, y su historia nos muestra la lucha de aquellos que, a pesar de las circunstancias, siguen apostando por la paz y la justicia social.

Sin embargo, en este universo, los «buenos» y los «malos» rara vez son tan claros. La serie se sumerge en la ambigüedad moral que caracteriza a muchos de sus personajes, como el caso de Genivaldo Curió (Marcos Palmeira), un narcotraficante que ha logrado estabilizar la zona y ganarse el respeto de los residentes a través de actos de generosidad y control. Curió, que ahora controla el tráfico en la Esquina de los Apartamentos, se enfrenta a una nueva amenaza cuando Bradock (Thiago Martins), un antiguo aliado que acaba de salir de prisión, regresa con la intención de recuperar su territorio. Pero Bradock no está solo en su guerra; cuenta con el apoyo incondicional de su novia Jerusa (Andréia Horta), también conocida como «Loca», quien es el cerebro detrás de sus planes y la verdadera fuerza impulsora de su descontrolada ambición.

Reginaldo, conocido como Melonhead (Kiko Marques), es otro personaje que complica aún más el panorama. Este policía corrupto, que ha ascendido hasta convertirse en el Secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, representa el lado oscuro de la ley. Uno de los aspectos más intrigantes de «Ciudad de Dios: La lucha sigue» es la manera en que logra tejer las historias individuales de sus personajes en una narrativa más amplia que refleja los problemas estructurales de la sociedad brasileña, como la corrupción, la violencia y la desigualdad.

La serie también hace uso de flashbacks para conectar la narrativa actual con la película original, permitiendo a los espectadores revivir algunos de los momentos más icónicos de «Ciudad de Dios» y entender mejor las motivaciones de los personajes. Por eso, «La lucha sigue» no solo es una continuación de la historia que a tantos impactó, sino que también es una actualización que refleja la evolución de la sociedad brasileña y los nuevos desafíos que enfrenta. Con su mezcla de acción, drama y crítica social, la serie se perfila como un éxito en Max, atrayendo tanto a los fanáticos de la película original como a una nueva generación de espectadores que descubren por primera vez esta cruda realidad vestida, para la ocasión, de ficción.

Misma base, misma esencia, nuevas historias

La serie, que se estrenó el 26 de agosto en la plataforma de streaming, está producida por O2 Filmes y dirigida por Aly Muritiba, con un guion escrito por Sérgio Machado, Renata Di Carmo, Armando Praça, Estevão Ribeiro, Rodrigo Felha y el propio Muritiba. Compuesta por seis episodios que se irán estrenando semanalmente, la producción es una continuación directa del universo creado por Paulo Lins en su novela homónima y por la aclamada película de 2002 dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund. Edson Oliveira, Alexandre y Roberta Rodrigues retoman sus personajes.

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