Contra el anonimato en las redes

Contra el anonimato en las redes

En asuntos de libertad de expresión siempre es mejor quitar que poner: quitar límites y leyes anacrónicas o abusivas, por muy constitucionales que sean (los sentimientos religiosos no deberían tener mayor protección que los de los aficionados del Betis o los degustadores de cachopos: es decir, ninguna; por no hablar de las restricciones a la información sobre la Policía de la ley mordaza: una policía democrática no debería temer el escrutinio y la transparencia). Ante la duda, es mucho mejor pasarse de liberal que de censor, incluso asumiendo que el ejercicio de ese derecho nunca es absoluto y que hasta en las democracias más libres habrá leyes contra las amenazas, las injurias, las difamaciones, etcétera. Pero lo deseable sería que esos límites fueran mínimos y muy argumentados, asumiendo el riesgo (riesgo adulto, por otra parte) de que algunas amenazas, coacciones e injurias se queden sin sanción.

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