Devolver al arte lo que la Inteligencia Artificial ha robado

Devolver al arte lo que la Inteligencia Artificial ha robado

En el mundo actual no se puede creer en las imágenes. La Inteligencia Artificial (IA) distorsiona la realidad sembrando la duda en el espectador de qué es o no de verdad. Pero también es capaz de ser creativa, de emocionar y de conmover, fusionándose con diferentes géneros artísticos, y dando lugar a una nueva forma de expresión. Bajo esta premisa, la muestra ‘La imagen promiscua@’ regresa con su segundo volumen al Museo de Salamanca, con obras destinadas a repensar la realidad.

En esta segunda edición, la exposición, que surge gracias a la colaboración del museo con el Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, un total de 35 alumnos de diez nacionalidades diferentes han dejado su firma bajo la coletilla que se añade al título de la muestra, ‘Inteligencia Artificial vs. Inteligencia Emocional’. Inspirados por dos artistas pioneros en España en el uso de la Inteligencia Artificial generativa, Juanma Carrillo y Edgar Soberon, han creado obras sobre soportes como la pintura, el dibujo expandido, la fotografía, postfotografía, videoinstalaciones y videoclips, con un componente en común: todo parte de algo que no existe.

“Estamos cuestionando esa idea de que una imagen de IA tiene un fuerte grado de creatividad, pero sin el artista no sería arte, y son imágenes con la capacidad de emocionar y de conmover”, explica a Ical el comisario de la muestra, Javier Panera. Con ello, detalla que a través de este proyecto pretenden acabar con dos “malas interpretaciones” sobre esta herramienta. Por un lado, que el artista, al emplearla, pierde su creatividad. Y, por otro, que esta inteligencia no es capaz de transmitir emociones.

Frente a estas afirmaciones, Panera asegura que “con la IA se pueden generar narrativas inquietantes, emocionantes, que funcionan como dispositivos de reflexión y que nos obligan a posicionarnos, incluso desde un punto de vista ideológico”. Así, los artistas han trabajado en adentrarse en cuestiones de género, políticas, de postcolonialismo o de la propiedad intelectual, intentando ajustarse a ideas que están dentro de los debates culturales, políticos y sociales en la actualidad.

Además, la exposición busca mantener un diálogo con la historia del arte y la pintura, a través de obras y elementos que se encuentran en el museo, aclarando que son herramientas que permiten integrarse con el resto de expresiones artísticas. “Se nos olvida que cuando se inventó la fotografía los pintores denunciaron a los fotógrafos. Y cuando se inventó la televisión, el cine decía que acabaría con su historia. Y así sucesivamente”, destaca el comisario, con la idea firme de que “lo que se produce es un medio que no aniquila a la anterior, sino que lo fusiona o lo integra”.

Artistas invitados

Al igual que en la anterior edición, la muestra cuenta con dos artistas invitados, en este caso, pioneros en el uso de la IA en el terreno de la imagen en movimiento y la llamada post fotografía. Por un lado, Juanma Carrillo, conocido por haber dirigido varios videoclips de bandas como La Bien Querida, Soleá Morente, La Habitación Roja o Rozalén, entre otros. En esta exposición, Carrillo, que procede del ámbito del cine experimental y del videoclip, ha empleado esta herramienta para generar narrativas relacionadas con la historia del cine pero que crean relatos de género, de orden político o apocalípticos.

Presidiendo la sala, una sucesión de imágenes, obra de Carrillo, se repiten de manera cíclica. Muchas de ellas le resultarán familiares al espectador. Pero ninguna ha existido jamás. Así, con esta similitud, el artista juega con la mente de quien está al lado de la pantalla, creando situaciones irreales pero que podrían haber sucedido tanto en el cine como en la realidad.

En la pared opuesta, otra obra del mismo creador, bajo el nombre ‘Beards & Balls’, que nace de una ficticia campaña de ropa deportiva, para un “nuevo modelo de hombre”, con una “nueva sensibilidad” que también puede interpretarse desde la perspectiva de género. Un trabajo a doble nivel, donde se acentúa el componente pictoralista, y en el que se encuentran elementos de la historia del arte que, en realidad, nunca han existido. “La inteligencia artificial ha intervenido, pero hay muchísimo diálogo con la historia del arte”, explica el comisario.

Por otro lado, Edgar Soberon, director de videoclips de la banda Hiagen, que desde 2021 está experimentando con IA en las producciones del grupo y que, a partir de 50.000 imágenes, seleccionó alrededor de 5.000 para realizar el vídeo de la muestra, de fondo minutos de duración. “En este caso nos interesaba este artista porque, por una parte, está vinculado al mundo de la música”, detalla Panera, en referencia al creador que ya ha dado este tránsito de trabajar con la imagen digital a utilizar esta inteligencia.

Trabajos, que además de formar parte de la exposición, han servido de inspiración y guía para los alumnos del máster para generar estas obras que se han servido de esta inteligencia para generar proyectos con perspectiva histórica.

Obras con carácter político y social

La ucronía, la realización de una ficción verosímil, de algo que no ha pasado pero podía haber ocurrido, ha sido, de nuevo, una de las principales herramientas que han utilizado los alumnos a la hora de crear sus obras. Gracias a ella han recreado la historia de la monarquía española a través de la de la pintura, pero con una galería de reyes un tanto diferente. Aquí, han vuelto a incluir la perspectiva de género y postcolonial, preguntándose qué hubiera pasado si los reyes españoles hubieran tenido descendencia con personas musulmanas o de América Latina, o si sus parejas hubiesen sido del mismo sexo.

Al lado, los artistas reflexionan sobre el rostro de los problemas mentales, sobre dignificar la salud mental y “demostrar que puede ser guapo, guapa o tener un rostro aparentemente normativo”, detalla el comisario. Para crear estos rostros, familiares pero desconocidos, trabajaron con bancos de miles de imágenes procedentes de hospitales de personas que padecen determinadas enfermedades mentales. A partir de ellos, crearon arquetipos que verifican que el aspecto no define tu condición mental. “Encima de estas imágenes están los fantasmas de quienes sí padecen esa enfermedad. Miles de fantasmas, a veces, fusionados en una sola imagen”, concreta.

La muestra incluye también un trabajo de pintura en el que la Inteligencia Artificial ha creado imágenes que recuerdan a la pintura barroca del siglo XVII, y a partir de las cuales, han elaborado lienzos con un diálogo con conflictos recientes en los que cada cuadro está tratado como una pantalla, ya sea de una red social o de un canal de televisión, en el que la pintura dialoga con la IA y con elementos del artesonado del propio museo.

La fotografía documental tampoco escapa a esta muestra, donde imágenes manipuladas pretenden crear alarma, distorsionar la realidad, y en las que, a medida que se avanza, la violencia va apareciendo y materializándose. Imágenes que, una vez más, resultan familiares, y podrían ilustrar conflictos actuales, pero las pequeñas pistas que deja su autor demuestran que no lo son. Rostros repetidos, cuerpos irreales y hasta perspectivas que juegan con gigantes, para acabar en una pequeña censura, donde el espectador puede decidir si asomarse o no a esta realidad, artificial, pero muy veraz. Donde se dibuja la línea entre si debemos confiar o no en todo lo que vemos, en la que la ficción no está tan lejos de la realidad.