El enigma de las apariciones

El enigma de las apariciones

El fenómeno de las apariciones -de la Virgen, de Cristo o de los Santos- no es nuevo en la historia multisecular de la Iglesia. Algunas de ellas se remontan siglos atrás pero es indudable que en los últimos tiempos se han multiplicado provocando entre los fieles en algunos casos conversiones y en otros, desconcierto o confusión.

Sin salirnos de nuestras fronteras cabe evocar el caso de Garabandal, un pueblecito cántabro donde en los años sesenta cuatro niñas aseguraron ver a la Virgen María o a un ángel. Si bien cuatro obispos de Santander negaron desde el principio y sucesivamente el carácter sobrenatural de esas apariciones todavía hoy siguen llegando peregrinaciones desde lejanos lugares del planeta. Otro caso aún controvertido es del c también meta de muchos fieles devotos de la Madre de Dios.

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe acaba de publicar unas “Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales”. Su Prefecto el Cardenal Víctor Manuel Fernández las ha presentado afirmando, por una parte, que “estas manifestaciones han producido una gran riqueza de frutos espirituales” y, por otra, que “no se puede ignorar con ocasión de estos acontecimientos la posibilidad de errores doctrinales, de indebidos reduccionismos del mensaje del Evangelio, la difusión de un espíritu sectario”.

Del extenso documento destacan dos cosas importantes. La primera que corresponde al obispo diocesano investigar los hechos en cuestión y someter su juicio al Dicasterio romano para su aprobación. La segunda que “los fieles no están obligados a aceptar la autenticidad de estos hechos” .

Y como principio universal se reafirma que “Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios, “el Primero y el Último”. Él es la plenitud y el cumplimiento de la Revelación: todo lo que Dios ha querido revelar lo ha hecho mediante su Hijo”.

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