El éxito inesperado de “El reino del planeta de los simios”: política, primates y prodigio técnico

El éxito inesperado de “El reino del planeta de los simios”: política, primates y prodigio técnico

Más de medio siglo después, la sonora maldición de Charlton Heston en la playa, roto de desesperación al entender, al fin, que su planeta era ahora el de los simios, sigue epatando como el primer día. La fuerza del clásico de 1968, para muchos película y masa madre de la ciencia ficción moderna, se ha dejado sentir en casi una decena de secuelas y series, de las que alcanzamos un nuevo cénit a mediados de la década pasada. Andy Serkis, cuerpo y alma del Gollum de «El señor de los anillos», se puso en manos de la tecnología más avanzada del planeta para contarnos cómo es que los monos se habían hecho con todo, borrando a puro CGI y efectos especiales los límites de lo que el cine es capaz de lograr con pantallas verdes.

Tras una excelsa trilogía, que funcionó como un tiro en taquilla, la saga entró en una especie de limbo creativo, por pertenecer a 20th Century Fox y pasar a Disney con su megalómana adquisición. Así, asentada la polvareda y con el difícil reto de continuar la historia más allá de la revolución del carismático César, esta semana se estrena «El reino del planeta de los simios», protagonizada por Owen Teague, Freya Allan y el rey mono Kevin Durand, y dirigida por Wes Ball, nuevo niño maravilla de Hollywood al que, después de los asuntos simiescos, le tocará ponerse dirigir la adaptación del célebre juego «The Legend of Zelda».

Ruta hacia lo salvaje

«Estaba rodando una película unos meses después de terminar con esta y el director se acercó a mí. Me dijo: “No pares, porque está funcionando genial para el papel, pero, ¿te das cuenta de que caminas como un chimpancé, verdad? Me tomó un tiempo volver a salir de ese cuerpo», confiesa sonriente Teague, al que conocimos como abusón en la nueva versión de «IT» (2017) y que ahora recibe la alternativa digital como Noa, un simio que sobrevive al asedio y asalto de una banda de su especie y ha de ponerse en marcha, tras enterrar a su padre, para liberar a su madre y amigos de la esclavitud de un nuevo tirano simiesco. Ese monarca, al que da vida un vehemente Durand al que quizá recuerden de las películas de Lobezno, se ha erigido como el sucesor natural de César, tergiversando sus palabras sobre el avance de los simios en sociedad y levantando un reino exclusivo para primates. «No sé cuántas veces llegué a ver la película de 1968 en mi infancia, pero te aseguro que fueron más de las que mi madre podía soportar. Pero es que me parece que la última trilogía era capaz de captar esa esencia, ese interés por cómo se iba a desarrollar la sociedad de los simios. En cuanto supe que iba a participar, me las vi varias veces de nuevo», explica el actor que, gracias a Wes Ball, ha conseguido que el mismo Andy Serkis que de algún modo reinició la franquicia retorne aquí como asesor para ponerse en la piel del déspota Proximus Cesar: «Va a sonar forzado o hasta ridículo, pero yo me hice actor tras ver que el King Kong de la película de Peter Jackson lo interpretaba una persona. Fue cuando le dije a mis padres que quería trabajar de eso», añade orgulloso Teagues en Londres, a donde se desplazó LA RAZÓN para entrevistar al trío protagonista.

[[QUOTE:PULL|||”Aquí hay un hilo de esperanza real. Y eso viene directamente de la juventud de nuestros personajes, de Noa y de mí. Esa juventud lleva asociada esperanza pero también miedo, sobre lo que está por venir o cómo se pueden torcer las cosas”|||Freya Allan]]

Y son tres, porque en el camino de nuestro héroe Noa desde el desastre hasta la búsqueda de redención, se encontrará con Mae, una humana aparentemente salvaje a la que le pone cara Freya Allan, famosa ahora por su papel en «The Witcher» pero que a sus 23 años es toda una veterana de la interpretación: «Lo salvaje me sale natural. Al final interpreto a alguien que finge ser otra cosa, en cierto sentido. Es difícil establecer entonces qué es ella y qué no es. Por ejemplo, los humanos realmente salvajes corren de una forma específica y yo no corro así. Mae, mi personaje, no lo sabe, simplemente imagina cómo serían esos humanos poco inteligentes. Lo salvaje me sale natural porque me pasé toda la infancia fingiendo que era distintos tipos de animal. Soy muy buena arrastrándome por el suelo», bromea la actriz, que se revela como el gran descubrimiento dramático de una película que, si bien se desata en un metraje totémico, sabe agarrarse a sus puntos fuertes y, sobre todo, mostrarse válida como delirio y maravilla de lo técnico.

 

«El reino del planeta de los simios», mucho más política que la trilogía más reciente firmada por Matt Reeves, va más allá del obvio conflicto y paralelismo racial que ha articulado la saga desde su nacimiento hace seis décadas, aportando nuevas ideas sobre la conquista de la verdad y la facilidad con la que se tergiversan discursos e ideologías del pasado. ¿Es la película de Wes Ball más esperanzadora respecto a las dinámicas de opresión que sus predecesoras? «Me encanta que digas eso, porque yo creo que eso es lo que diferencia a esta película del resto. Aquí hay un hilo de esperanza real. Y eso viene directamente de la juventud de nuestros personajes, de Noa y de mí. Esa juventud lleva asociada esperanza pero también miedo, sobre lo que está por venir o cómo se pueden torcer las cosas», apunta Allan, antes de que intervenga Teague: «Me interesa mucho el rumbo que pueda tomar Noa, saber si algo le puede volver cínico. Al final de esta película, al atravesarla, sigue manteniendo una mente abierta, no se vuelve despótico», completa el joven actor, anticipando lo que podríamos dar por hecho: sin grandes estrellas entre el reparto, apostando por talento joven, «El reino del planeta de los simios» está apuntando a un estreno global por encima de los 140 millones de dólares, apenas 20 menos de los que ha costado. De confirmarse la buena recepción de la película, además de asegurar la continuidad de una nueva saga en la franquicia, Disney comenzaría a recuperarse de un 2023 horroroso en cuanto a números, protagonizando fracasos históricos de recaudación y taquilla como fueron «Wish» y «The Marvels».

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