El mundo al revés y Lambán sancionado

El mundo al revés y Lambán sancionado

Lambán ha sido expedientado por el grupo parlamentario por negarse a votar a favor de la Ley de Amnistía. A la dirección del PSOE no se le escapa que un amplio sector de la militancia piensa lo mismo que el dirigente aragonés respecto a este asunto y a otros.

Al igual que el aragonés, no están de acuerdo con las cesiones al independentismo y creen que la Ley de Amnistía no es otra cosa que el reconocimiento tácito de las instituciones de que obraron al margen del Estado de Derecho.

Cuando no hay razones, hay acciones, en este caso represivas, para mantener las filas prietas. A Puigdemont se le despeja de problemas judiciales y se facilita su regreso a la presidencia de la Generalitat, mientras que a quién se muestra en desacuerdo con ese rumbo se le abuchea en la puerta de Ferraz o se le sanciona en el ejercicio de sus tareas parlamentarias.

Sánchez ha sacado pecho y asegura que el procés ha terminado. Sin embargo, Junts y ERC siguen avanzando en la segregación de Cataluña, su objetivo no ha variado ni un milímetro.

En este momento, habiendo ganado la batalla de los indultos, la de la reforma del Código Penal y la de la amnistía, preparan la confrontación de la consulta. Cuentan con el blindaje judicial que les ha proporcionado Sánchez, pueden insistir en realizar los mismos hechos que en 2017, pero esta vez ya no será delito.

Además, la Ley de Amnistía le ha dado a su relato la fuerza moral de la que carecía. El Estado fue represor y les condenó injustamente, de manera que ha tenido que rectificar. Por el contrario, los independentistas son las víctimas que deben ser restituidos y no hay nada de lo que arrepentirse, sino que hay que insistir.

Los réditos para Sánchez son puramente personales. Es presidente del Gobierno habiendo perdido las elecciones y seguirá siéndolo incluso a costa de que quién sí las ha ganado en Cataluña no lo sea.

A Illa se le ha complicado la investidura con la crisis de ERC y las diferencias con los comunes. Con ese escenario, la amenaza más visible que tiene a la vista es la de Puigdemont y su decisión de presentarse a la investidura, pero donde realmente tiene el problema es en la Moncloa.

Veremos en las próximas semanas un tira y afloja entre socialistas, republicanos y ex convergentes, pero Sánchez ya ha diseñado la escena final: Puigdemont en Cataluña y él en España.

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