El papel del psicólogo en las medallas de los atletas de los JJ OO

El papel del psicólogo en las medallas de los atletas de los JJ OO

Controlar el estrés, generar confianza y mantener el enfoque son algunos de los aspectos en los que trabajan los psicólogos deportivos con los atletas. Así consiguen «exprimir» al máximo el potencial del deportista, aumentando su rendimiento.

«Tenemos que pensar que el deportista antes de atleta es persona. No hay ninguna condición motriz que no esté motivada por un proceso cognitivo mental. Le enseñamos a conocerse mejor a sí mismo, cómo piensa, habla, si percibe miedos, presión, fortalezas… y todo ello integrando la Psicología del deportista en su preparación», explica Pablo del Río, psicólogo deportivo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

París son los quintos Juegos Olímpicos a los que asiste como psicólogo (Barcelona en el 92, Atenas en 2004, Río en 2016, Tokio 2020-21 y ahora en París). Y las tres últimas veces ha acudido a los Juegos Olímpicos como parte de la Comisión Médica del Comité Olímpico Español. Es decir, por si algún deportista no lleva psicólogo y necesita su soporte ante cualquier contingencia que pueda ocurrir.

«Lo que hacemos es optimizar el rendimiento de la persona y eso supone trabajar la concentración, la confianza, las relaciones interpersonales, la orientación, la motivación, la evaluación de rendimiento, etc. Es un programa muy amplio, al igual que el que trabaja la parte técnica y la física».

Y las mejoras no se dan solo en resultados y rendimiento, «también en diversión y longevidad del deportista», destaca.

Así, trabajando los aspectos psicológicos logran que los atletas estén «más años en la alta competición», asegura. Por ejemplo, si un deportista te dice que está quemado, puedes darle las herramientas y estrategias necesarias y conseguir que esté cuatro o cinco años más de los que iba a estar», y cuando se divierte estará más tiempo en la cima.

Pero para ello es necesario un trabajo continuo. «Antes, hace 10 o 15 años el deportista o su entrenador decía entrena muy bien pero compite muy mal. Hoy no sucede porque se ha integrado el entrenamiento psicológico. Es un trabajo de todo el año». Una labor que hay que medir porque tampoco conviene «machacar en exceso», incide Del Río, uno de los psicólogos deportivos más reconocidos a nivel nacional.

En cuanto a los problemas cognitivos, como los miedos, «hay que trabajar para hacerles ver las oportunidades. Es decir, convertir una situación adversa en un reto o normalizarla. Por ejemplo, ahora hay que recordarles que los JJ OO son como una Copa del Mundo. Los deportistas son los mismos, y no compites contra los otros, sino con uno mismo». Y ese es precisamente el objetivo: mejorar las marcas individuales.

«En longitud o saltos puedes hacer un nulo y que no signifique nada. Pero tienes que trabajar para que el atleta sepa lo que es un nulo». Es decir, darle la importancia que tiene y preparar la mente para el siguiente salto. «El estrés y la ansiedad suelen estar mal vistos, pero si son adaptativos son necesarios. Hay que enseñarles a que se pongan nerviosos de forma adecuada», afirma.

Para Del Río cuando un atleta se pone nervioso a mal es cuando «se ponen objetivos no realistas». Así, hay que tener en cuenta que «un 50% de sus resultados depende de ellos, pero el otro 50% depende de otros aspectos ajenos a ellos».

En otros casos, hay que «desdramatizar la situación», afirma. Así, «para un arquero el enemigo número 1 es el viento y tienen que compensar. Es decir, apuntar al 8 para que vaya al 10, por ejemplo, y eso se entrena. Y desde el punto de vista mental está prohibido usar el viento como una excusa para el rendimiento».

Este experto recuerda que los atletas están «más acostumbrados a perder que a ganar. Hay que desdramatizar los Juegos Olímpicos. Es una competición única cada cuatro años y es extraordinaria, sí, pero la vida de un deportista no es un antes y un después tras los JJ OO. Al final sale el sol, hay competiciones del mundo, a nivel europeo…».

Y perder no siempre es tal. Una atleta de los 1.500 con la que trabajé obtuvo en Tokio su mejor marca y quedó novena. Pero estaba feliz porque había bajado su marca en algo más de tres segundos», recuerda. Algo que no es muy habitual en los JJ OO: «La gente viene muy bien preparada, pero esta cita no es el mejor sitio para rendir», asegura.

En cuanto a las lesiones, el papel del psicólogo puede llegar a ayudar a reducir los tiempos de recuperación y que el atleta pueda volver a la alta competición en óptimo estado.

[[QUOTE:PULL|||”Tras una lesión, si se trabaja se logra que el atleta vuelva al 100% un 10-15% antes” |||Pablo del Río, psicólogo deportivo miembro de la Comisión Médica del Comité Olímpico Español]]

«Según la lesión, lo que hago es llevar a cabo un entrenamiento psicológico complementario. Todos los días hago al atleta lesionado visualizar contenidos que haría en circunstancias normales. Eso hace que a nivel de neurotransmisores el sujeto siga funcionando. Es decir, quizá no pueda mover el cuádriceps, pero sí puede funcionar a nivel neuronal».

Y eso hace que el «atleta se recupere al 100% un 10-15% antes, según el tipo de lesión. Es decir, si se trata de un esguince que no te permite entrenar (lo físico), el atleta se recuperará en un par de semanas, y con el trabajo psicológico se reduce la baja en dos o es tres días».

Eso puede parecer poco, pero «eso es mucho en vísperas de una competición importante», recuerda este experto, que se niega a trabajar con aquellos atletas que deciden no seguir formándose.

«Lo que más me preocupa es que compaginen sus entrenamientos con sus estudios para que cuando terminen tengan su futuro elaborado. Me preocupa mucho su retirada. Siempre les recuerdo que tienen una fecha de caducidad porque si no la retirada puede ser un drama. No importa que necesiten dos años para aprobar un curso. Lo importante es que no pierdan el hábito del estudio», hace hincapié este reputado psicólogo del deporte, quien, tras recordar cómo ha mejorado el papel que se da al psicólogo del deporte en sus más de 35 años de profesión, reconoce que «hoy en día la psicología del deporte sigue sin ser una prioridad en España».

«Se necesita ampliar plantillas de los servicios psicológicos y que los integrantes de los centros de alto rendimiento tengan este apoyo. Siguen siendo menos de los que deberían», por lo que en muchos casos los atletas acaban contratando a un profesional.

Y es importante porque los deportistas de élite son, además, los que tienen más probabilidades de sufrir trastornos de salud mental. Así lo reveló en 2021 un estudio de la Universidad de Toronto publicado en «Psychology of Sport and Exercise» que descubrió que el 41,4% de los atletas del equipo nacional canadiense cumplía los criterios de depresión, ansiedad y/o trastorno alimentario, un porcentaje muy elevado respecto al 10% de los ciudadanos canadienses en esta misma situación.

Da buena prueba de ello lo sucedido a Simone Biles, quien se convirtió no solo en un icono de la gimnasia artística, sino también de la salud mental tras Tokio. Después de que abandonase los JJ OO de 2020, la gimnasta volvió a la alta competición tras dos años de trabajo psicológico, dando una nueva lección al público. Y es que el trabajo mental resulta a veces casi más importante o igual que el físico, porque todo está interconectado.

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