El pastelero que convirtió en tradición la venta de dulces en las playas de Sanlúcar

El pastelero que convirtió en tradición la venta de dulces en las playas de Sanlúcar

Mari Carmen Caballero y su madre llevan soñando con lo que va a pasar después de que oigan la campanilla desde que salieron de su casa en Lebrija para echar el día de playa en Sanlúcar de Barrameda. El carro de rayas azules y blancas de Antonio Fernández, el pastelero que repiquetea a su paso, se abre camino por la orilla, Caballero le da el alto y se abre la veda. Hoy caerá un papelón de estraza en el que clarea un esponjoso xuxo relleno de chocolate y una caña del tamaño del antebrazo de un niño. En los dulces playeros de Pampín no hay margen al remilgo pitiminí, es un placer contundente. Caballero ni se disculpa por ello: “Vengo a la playa a Sanlúcar solo por sus dulces”. Pero sí se justifica: “Mi madre es que andaba hoy un poco bajita de azúcar”.

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