El primer toro coge de forma espectacular a Jorge Martínez y Cayetano, que pasa a enfermería

El primer toro coge de forma espectacular a Jorge Martínez y Cayetano, que pasa a enfermería

Los sustos no nos dieron tregua. Si el día anterior fue Juan Ortega el que vio cómo el quinto toro le levantaba los pies del suelo al meterse por dentro por el zurdo, en esta ocasión fue Jorge Martínez nada más comenzar. En la suerte de varas derribó a Juan Melgar y lo dejó descubierto sobre la arena. El toro tal cual se hizo con el pica quedaba liberado y Jorge para cubrirlo se fue a por el toro y este lo arrolló de mala manera. No quedó ahí la cosa el siguiente en llevarse por delante fue a Cayetano en una cogida impactante porque tenía el torero todas las de perder. Le abrió la chaquetilla de par en par por la espalda. Impresionante. Le costó reponerse y después de las banderillas, con las que estuvo bien la cuadrilla, se fue a la enfermería. No era toro sencillo para un confirmante. Movilidad sin control y con esa incertidumbre de quedarse por dentro. De no saber. Seguridad. Aplomo. Por encima de las circunstancias estuvo Jorge y a pesar de que los muletazos fueron medios su disposición fue de integridad absoluta.

Salió Cayetano para matar el segundo y a punto estuvo de costarle caro cuando quiso comenzar la faena de rodillas. El toro no lo permitía, claramente. Fue rápido en saltar a tablas y librarse. Sufrimiento. La faena que vino después fue de voluntad para sacar los naturales al toro, que era el pitón potable y salvarle el diestro. Cayetano quiere, pero da la sensación de ser siempre las primeras veces. Y eso asusta. Volvió a la enfermería tras su turno.

Por delantales toreó Roca Rey al tercero. Bonito. Fue toro bueno. Con ritmo y nobleza en las telas. El único hasta entonces. Apretó el peruano en los comienzos, por estatuarios y en las primeras tandas diestras. Conectaba con Madrid, que no es poco. (Ni en viernes). Al natural bajó el tono, que no llegó a recuperar con las mismas directrices hasta que encontró el cierre de faena en unas bernadinas, de ajustado embroque e impávido el torero. La estocada, a la primera, se le fue arriba, pero atrás, y el toro se demoró en caer. Se le pidió el trofeo, no concedido, y después la cosa quedó en una ovación. Este público cambiante. No era oreja de Madrid.

Se corrió el turno en el cuarto, mientras Cayetano seguía en la enfermería, y salió Jorge Martínez. El toro fue tan noble como soso por lo que la sólida puesta en escena del confirmante no encontró eco en el tendido.