Dicen por los pasillos del Parlamento Europeo que los 100.000 euros en negro cobrados por el eurodiputado Alvise Pérez han sido un alivio para el grupo parlamentario que capitanea Giorgia Meloni, a cuya puerta había llamado el líder de SALF. Las circunstancias del susodicho imponen un claro «no» a su inclusión, que ya era contemplada con desconfianza por algunos otros integrantes, a los que no gustaba el «frikismo» de Pérez y algunos comportamientos que vulneraban el protocolo de la institución.
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